Parada brava la que se jugaba Talleres ante Independiente Rivadavia. Sin su administrador de juego, Cristian Zermattén, y con el miedo a descender a flor de piel, las opciones para el técnico Raúl Peralta, a la hora de armar el equipo, no eran demasiadas. Se jugó por el pibe Lucas Godoy y armó un medio campo con Cristian Basualdo como único volante central, más la dupla Julio Buffarini-Matías Quiroga para tratar de lastimar por las bandas. Arriba, la vuelta de Emmanuel Fernandes Francou debía representar un problema para la defensa del elenco local y una solución para el desabastecido Luis Salmerón.

Hasta que agarró la pelota. La idea de Peralta (con un sistema 4-3-1-2) no funcionó al principio porque Talleres recién consiguió la pelota pasada la media hora de juego. Luego, con los goles de Salmerón y Báez, en una ráfaga de siete minutos, y el posterior tanto de Godoy que aseguró la victoria, todo se hizo más fácil. Allí el circuito de juego de la "T" funcionó a las mil maravillas y fue el rival el que debió preocuparse. Solís y Coudannes se desesperaron por marcar a Godoy, y Quiroga se lo llevó de paseo a Romero.

Dos tipos audaces. En la B Nacional, se sabe, la inclusión de un wing incomoda mucho al rival. Y ayer el trabajo de "FF" fue clave, con la raya de cal como aliada y gambeteando siempre contra la pierna inhábil de la marca de turno. Ni hablar cuando llegó al fondo y tiró el centro atrás, como ocurrió en el 3-0. Por otra parte, la presencia de Lucas Godoy sorprendió. Como lo conocen pocos, intentaron castigarlo de entrada, cuando recibía de espaldas. De frente y con espacios fue indescifrable para los locales. Sin los habituales lanzadores, Zermattén y Cabrera, las opciones fueron el propio Godoy y Quiroga. El enganche fue quien inició la jugada que terminó en el 2-0 parcial de Báez.