Salida prolija de Basualdo para Taborda, pase frontal a Quiroga, velocidad y pase atrás para Zermattén: remate potente que se fue apenas alto. Iban dos minutos y Talleres armó una jugada que invitó a creer. Fue sólo eso en los 101 minutos (50 más 51) de dramatismo. Un espejismo.

El golpe. A los 4 minutos, un tiro libre encontró la cabeza de Menghi y el 1-0 para Atlético de Rafaela. Se unieron la efectividad y el trabajo previo en la elaboración de la jugada.

Sin ideas. Talleres dispuso de 10 tiros libres en tres cuartos de cancha. Excepto en uno, que Salmerón ganó de cabeza y el balón salió desviado, el resto terminó en "centros a la olla".

Previsible. Más allá del orden que había con las dos líneas de cuatro, la "T" abusó del toque intrascendente y lento en la mitad de la cancha. Faltó el cambio de ritmo. La pausa en cada movimiento lo hizo previsible y le dio a la Crema la chance de esperar siempre bien ordenado.

Llanero solitario. Salmerón debió lidiar contra dos defensores. Wilchez no fue el segundo delantero que había anticipado Peralta ni tampoco cumplió con el desequilibrio que aporta cada vez que juega en la Boutique.

Brasca y 10 más. Jugado y con pocas fichas, Talleres quedó expuesto y Brasca evitó la goleada al tapar dos mano a mano.

"A lo que salga". Amontonar gente arriba no significa atacar mejor. Talleres no aprovechó el hombre de más, jugó mal y no embocó ninguna de las tres chances de gol del complemento.