Talleres podrá pasar sobresaltos en defensa, podrá estar en desventaja, podrá pasarla mal, como le ocurrió en parte del partido de ayer contra Los Andes, pero tiene virtudes que se han repetido en lo que va del torneo: la entrega, la capacidad de reacción y una tremenda efectividad goleadora, como lo certifican los 21 tantos que lo hacen el más goleador de la categoría. Así, ayer dio vuelta un resultado adverso.

Dudas en defensa. Como el rival salió con un enganche y un delantero, Talleres jugó con tres defensores. Lussenhoff fue líbero; Basualdo, stopper por derecha, marcó a Bustamante; y Báez, por izquierda, siguió a Martín. La viveza de Bustamante de recostarse a la banda derecha del ataque y, en consecuencia, arrastrar a Basualdo, hizo que en el sector derecho quedara un gran espacio. Así, Buffarini quedó obligado a retroceder, cerrar como un "4" y padecer a Fredrich. Por el otro lado, Quiroga tenía complicado su mano a mano con Acosta y la "T" se quedaba sin salida por los costados. Por el centro, Esquivel nunca pareció encontrar su función.

A remar. Por séptima vez en 12 partidos, Talleres empezó abajo en el resultado. El mal despeje de Báez terminó en el 1-0 de Los Andes. Ahí entró a jugar, una vez más, su capacidad de reacción.

La claridad de siempre. En el medio campo, Zermattén era el encargado de intentar generar situaciones y de asegurar la pelota. En esporádicas ocasiones aparecía Wilchez para asociarse. Los tiros libres de Zermattén (uno que Cáceres sacó del ángulo), un remate desviado de Wilchez y otro de Esquivel, anunciaban el empate.

La efectividad. Un contragolpe veloz iniciado por Cobelli y en el que Salmerón y Quiroga tocaron el balón, terminó con el gol del propio Cobelli. Es la mejor expresión de lo que es "Jugar de Primera".

Adelante. Pese a un sobresalto (un gran hueco en la izquierda de la zaga, por donde ingresó Bustamante), que fue resuelto por Báez cuando el balón ingresaba al arco, Talleres se adelantó unos metros en el comienzo del complemento. Buffarini y Quiroga tuvieron mayor recorrido y así el arco local quedó más cerca.

Magistral. A su gambeta, velocidad y habilidad, Wilchez ayer le sumó gol. Tras una pared con Salmerón (otra vez jugó de primera), entró al área con pelota dominada, dejó clavados a dos rivales y definió con clase.

Esfuerzo. En los 10 minutos finales (ingresaron Serrizuela, Galarraga y Céliz), el DT eligió refugiarse, y ahí apareció la entrega del equipo para defender. Lussenhoff fue importante en los minutos finales para rechazar todo lo que anduviera cerca.