Los bombazos de Michael Santos, a los 3 del primer tiempo, y Enzo Díaz, a los 40 del segundo, resolvieron el partido con Racing, que venía bravo por fallos arbitrales. La “T” lidera en soledad el campeonato.

Talleres prolongó ante Racing en Avellaneda su imparable onda triunfal. Sacó adelante un partido que estaba más para empatar que para ganar, pero que tampoco está tan mal que haya ganado. Y que le asegura el primer puesto de la tabla del campeonato de la Liga Profesional, sea cual fuera el resultado de mañana entre Lanús y Newell’s en la Fortaleza granate.

El 2 a 1 final resume un primer tiempo en el que la “T” superó sin atenuantes a la Academia hasta que la detuvieron dos errores gruesos del árbitro Patricio Loustau (la expulsión de Héctor Fértoli y el penal de Enzo Díaz a Darío Cvitanich que inmediatamente le dio en contra) y una segunda etapa en la que no jugó bien los 20 minutos iniciales y repuntó luego. “Hay que saber sufrir para poder ganar”, dijo Carlos Auzqui inmediatamente después de consumada la victoria.

Quizás ahí, en esa resiliencia, para absorber sin desordenarse ni desesperarse las equivocaciones del árbitro y el dominio racinguista, esté una de las claves de este triunfo de Talleres, el sexto en los últimos siete partidos, que hacía 20 años, desde el Clausura 2001, no lograba ahí.

La otra es su elevada autoestima, la confianza que desborda al plantel y al cuerpo técnico que lidera el “Cacique” Alexander Medina. En otro momento, la “T” se hubiera dado por satisfecho con el empate y hubiera movido sus piezas para abrochar el resultado. Pero ahora no. Siguió buscando el triunfo, aunque sin tantas luces y ese triunfo al final llegó.

Hasta los goles se sumaron para decorar el éxito. Porque fueron dos bombazos desde fuera del área. De esos que descuelgan los cuadros de la pared. El de Michael Santos, un derechazo que el “Pelo” sacó sin preparación y dejó parado a Gabriel Arias, abrió el camino rumbo a la victoria apenas a los 3 minutos. El de Enzo Díaz, a los 40 minutos, cerró la noche tras un rechazo del fondo de Racing que el lateral albiazul paró con el pecho y clavó de zurda.

Ambos goles tuvieron dos factores común: su espectacularidad y la participación de Carlos Auzqui. El “Perro” primero habilitó a Santos tras una mala salida del fondo académico y luego, sacó el centro desde la derecha que forzó el rechazo defensivo. Fue junto con Nahuel Tenaglia, eficaz en la marca y cada vez más seguro conduciendo el juego desde atrás, uno de los mejores exponentes de la noche. El resto no desentonó.

Cuesta encontrar jugadores que anoche lo hayan hecho mal. Sobre todo en el primer tiempo, Talleres fue un relojito que siempre dio la hora exacta. Aprovechó el gol tempranero de Michael Santos y la expulsión no menos prematura de Enzo Copetti a los 7 minutos (le fue con el codo muy arriba a Tenaglia) y desplegó todas las razones que lo han puesto en lo más alto de la tabla. Buen manejo de la pelota, ideas claras, el control de Rodrigo Villagra y Juan Ignacio Méndez de la media cancha, apertura por las puntas donde Malatini y Valoyes por la derecha y Enzo Díaz y Fértoli por la derecha, hicieron buenas migas e intensidad para ir y venir.

La “T” pudo haber ganado ese primer tiempo por mayor diferencia. Pero Loustau le sacó la segunda tarjeta amarilla a Fértoli por una falta a Fabricio Domínguez que ni siquiera lo había sido y de inmediato valoró como penal un mutuo agarrón entre Díaz y Cvitanich que incluso, inició el delantero. Lisandro López igualó y la injusticia quedó consumada.

En el arranque del segundo tiempo, Talleres perdió presión, vigor y juego. Y Racing pasó a dominar por primera vez en la noche. Recién después de los 20 minutos, el equipo pudo volver al partido y emparejar. Hasta que a cinco minutos del final, Enzo Díaz clavó su misil de zurda y transformó el 1-1 en un triunfazo bárbaro. De esos que se logran cuando hay un equipo que no se conforma con menos de la victoria. Y que además, tiene los planetas alineados de su lado. Para ganar uno de esos partidos que hay que ganar para poder salir campeón.