Una nueva entrega de la columna “Pase al gol”.

El “hay que dar un plus” es una de las consignas más repetidas en el fútbol, pero está claro que no es de las más cumplidas. El Mundo Talleres la consumió y mucho, sobre todo desde que volvió a Primera División en 2016, tras una ausencia de 14 años. Ahora que todos sus habitantes dieron el plus, llegó el momento de argumentarlo. No es una obligación, pero sí una responsabilidad. Es una gran historia de superación que debe construirse día a día. Se sabe cuándo se inició, pero el desarrollo y el final dependerá de sus protagonistas. De no haberlo dado comienzo, nada de esto sería materia de análisis.

Veamos cómo fue el camino. El ascenso fue paulatino, como los logros. Talleres construyó una identidad de juego al mando de Frank Darío Kudelka más allá del recurso humano disponible en el plantel que armó con el presidente Andrés Fassi, de los rivales y canchas y de los torneos. Fue muy difícil tratar de imponer condiciones así en un medio que vive del resultadismo extremo, desde hace décadas y donde nada dura, si no hay títulos y ascensos.

Así Talleres mantuvo la categoría y casi ingresa a copas; luego, fue quinto en la temporada y accedió a la la Copa Libertadores 2019 para disputar la fase 2, previa a la de grupos. Establecer una nueva sociedad con otro entrenador que diera la talla de FDK le llevó su tiempo a Fassi. Lo consiguió y así llegó Alexander Medina, alguien más joven, que había colgado los botines hacía poco y que no conocía Talleres ni el medio. “El Cacique” tenía muchas condiciones y lo hizo: también le dio un estilo de juego al primer equipo, más allá de todo. Con el octavo puesto en su primera temporada, la “T” se clasificó a la Copa Sudamericana, fue tercero en la Copa Maradona y fue eliminado en la Copa de la Liga Profesional en cuartos y en fase de grupos del certamen continental, aunque accedió a cuartos de final de la Copa Argentina, su mejor posición, lograda en 2013.

Fue importante, pero el “hay que dar un plus” en ambos procesos venía quedando en una intención. Siempre se quedaba en el umbral, ya sea para pasar de fase o para pelear un torneo. Siempre faltaba para estar a la altura (jerarquía, salto de calidad, surgimiento de limitaciones colectivas e individuales, puntos perdidos, recambio, decisiones de jugadores, entrenadores y DT, árbitros con dualidad de criterio, etcétera) y los mejores esfuerzos quedaban ahí.

Esta vez fue distinto. Todos los argumentos y atenuantes que pudo tener este Talleres de Medina para quedarse al margen fueron superados, hasta ahora. Nada fue más importante que la necesaria e imprescindible comunión que debe haber entre jugadores, cuerpo técnico y directivos. Un Talleres protagonista y único ha sido más importante que todo y que todos. Los jugadores que Medina viene eligiendo (los 11 y los que entran) han subido su nivel en esta etapa. Ha pasado con casi todos y en algunos casos fue superlativo. Es posible que muchos estén pendientes de una venta, porque es innegable, pero estar contenidos en este Talleres los puede hacer igual o más valiosos que Hincapié y Navarro, Fragapane y otros tantos que se fueron. Saber a qué se juega no es un objetivo al que se llega todos los días. Es la llave para potenciar las carreras y para acercarse a la gloria.

¿Qué plus dio Medina? Administró los recursos que tuvo a disposición, ensayó e inventó para poder mantener la identidad. Le alcanzó para cumplir algunos objetivos de juego y sigue trabajando con aquellos que no cumple su equipo. Lo hizo con su primer plantel y con los siguientes residuales. Concretar lo que genera es una relación que ahora ha explotado, limitar errores defensivos ha sido una mejora palpable, por nombrar dos estigmas. No tiene jugadores para hacer de Talleres un equipo de posesión, pero lo logra con Fértoli, cuando la pisa. Auzqui hace un despliegue impresionante para recuperar la pelota como para llegar y anotar, como ante Estudiantes. Herrera recuperó esa versión que le permitió llegar a la selección. Santos entró en el segundo tiempo y en tres actos casi hace que Talleres golee; Retegui desgastó a los rivales, como también supo dejar cara a cara a Ángelo Martino. Y Enzo Díaz...

Para que Martino sea casi un delantero, pudo con tipos como Leonardo Godoy y también se dio el lujo de llegar. La competencia “interna” fue el pan de cada día del “Cacique” y el lugar al que llegaron tipos como Héctor Fértoli y Rodrigo Villagra. Ahí debieron ganar primero para que el DT los tuviera en consideración. Así pudo ser intenso, como pedía Medina. Fue el más intenso de todos y físicamente impuso un ritmo demoledor gracias al trabajo de Alexis Olariaga y los suyos.

Andrés Fassi ha creado las condiciones para este Talleres que volvió a ser puntero tras 17 años y también está jugando tiempo extra en el mercado. Restan llegar dos refuerzos. Si los consigue, serán importantes, y si no puede, no tendrá problemas en decir “le fallé al DT”, como supo decir, aunque está claro que, en la suma y en la resta, va ganando. En poco tiempo, habrá una reunión en la que se va a charlar sobre la continuidad de la sociedad Fassi-Medina y sobre aquella salida imprevista de Federico Navarro que inquietó al DT y sobre los refuerzos que llegaron con el torneo empezado. ¿Qué fue lo más importante? Que todo quedó limitado porque se sabía lo que había y habrá en juego y porque la respuesta de todos fue hacia adelante.

Todos han dado el plus esperado para este Talleres. Es la primera condición que debe tener un campeón. Hay que conservarla y sumar otras. Es necesario para hacer historia.