El equipo arrancó 2019 con un esquema audaz, con tres defensores. Riesgos y fortalezas de esa prueba del DT Juan Pablo Vojvoda. 

Amistoso con San Martín de Tucumán en Salta. Prueba con triunfo para Talleres. Un pequeño empujón en la época de mayor fatiga del año. El resultado se relativiza, tal como si hubiera sido derrotado. Por estos días no importan tanto los goles como su disposición en la cancha y el rendimiento de sus hombres nuevos.

En el esquema o en la ubicación de sus jugadores estuvo la innovación, una prueba de Vojvoda que nada asegura que sea definitiva. Línea de tres defensores netos, con Araujo en el medio, Quintana en la izquierda y Tenaglia en la derecha, aunque muchas veces apareció de “2” por las circunstancias.

Las pocas veces que San Martín apretó o dominó libre el balón o intentó ser punzante en el ataque, esos tres zagueros recibieron la ayuda por los costados de Godoy y Bersano, ambos con un ojo en cumplir esa función y con el otro en ser útiles en el ataque.

¿Ejemplo de esa distribución táctica? River. Con Maidana, Martínez Quarta y Pinola en el fondo, y el desdoblamiento permanente de Montiel y Casco por los andariveles. Con ese recurso empató 2 a 2 con Boca en La Bombonera en la primera final de la Copa Libertadores de América.

En el medio Guiñazú reiteró, por si hacía falta, su condición de líder, más allá de su golazo. Y a sus costados se ubicaron Cubas y Ramírez. Le sigue faltando juego a Talleres en ese sector.

Le costó retener el balón, tomarlo para sí y sorprender desde tres cuartos de cancha hacia adelante. Utilizó de manera frecuente las subidas de Godoy y Bersano, pero no sorprendió con algún pase en profundidad para Palacios ni con alguna asistencia interna a Moreno, algo que sí ocurrió en el segundo gol anotado por Arias.

Los nuevos tuvieron un correcto desempeño. Palacios sigue conservando esa explosión que lo hace peligroso ante un posible desborde o buscando una pelota lanzada al vacío. Su figura languideció cuando dejó de tener contacto asiduo con el balón.

Este esquema utilizado por Talleres en el estadio Padre Martearena, ya se ha dicho cuando fue ejecutado por otros equipos, tiene su costado temerario y necesita de mucha práctica y confianza. Su afianzamiento podría darle mucha agresividad y sorpresa por los andariveles y una mayor posesión de la pelota.

Como se dijo al comienzo de la nota, todo indica que se trata de una propuesta que no tiene garantizada su continuidad. Si su aplicación es correcta en los próximos partidos, Vojvoda seguramente la sostendrá; si en la cancha no se ve un buen resultado colectivo o las características de los posibles nuevos refuerzos no se adecuan a este modelo 2019, su duración será efímera.