Cómo ve a Reynoso y a Guiñazú, sus pretensiones como entrenador, su relación con el presidente y mucho más en un mano a mano con Mundo D en la semana previa a Boca-Talleres.

Fue una charla amena, rica y larga, de esas que permiten sacarle al protagonista algo más que lo previsible. Y como el pasado fue el último fin de semana sin fútbol oficial para Talleres, su DT, Frank Kudelka, accedió a charlar a agenda abierta, en la Boutique. De la crisis en la AFA, de su bronca por la demora en las tareas en el piso del Kempes, de “Bebelo” Reynoso, de su familia y otros temas.

Un botón vale de muestra.“Si ‘el Cholo’ Guiñazú estuviera en Boca, River o u otro club grande de Buenos Aires, la misma prensa estaría induciendo para que lo convoquen a la selección”, dijo quien hace casi 15 años, en 2002 debutara como DT de Primera en forma enterita en Unión, contra Boca, en la Bombonera, donde la “T” jugará el próximo domingo.

“Lo habían despedido a Timoteo Griguol. Yo era el coordinador del fútbol del club y me convocaron. Perdimos 3-0. Estábamos casi descendidos y el presidente del club me pidió que lo dirigiera sólo por ese partido”, recordó.

–¿Ahora que arrancó el fútbol, estás menos fastidioso?
–No, en realidad no estaba fastidioso ni intranquilo, pero uno trata de profundizar en las cosas que suceden. Lo que más me ocupa como DT y ciudadano del fútbol es que pasen estas cosas. La desorganización en nuestro fútbol siempre está por encima de cualquier previsibilidad. No me gusta vivir en este tipo de estructuras porque no llevan a buen puerto.

–Ahora, más en frío, ¿qué lectura hacés de todo lo sucedido en estos últimos días?
–Creo que todo va en el mismo contexto de desorganización en el que vivimos. No es nuevo que los gobiernos de turno en nuestro país estén metidos en el fútbol, de una u otra manera. Y esto lo digo sin hacer ningún tipo de apología política. Por conveniencia, por necesidad o por ambas cosas, pero están metidos, para conseguir un montón de cosas que ellos necesitan. Y desde otro punto de vista, la gobernabilidad de la AFA fue responsabilidad durante muchos años de una sola persona (Julio Grondona) y a la que todos obedecían. Cuando no estuvo más, se generó una crisis que se emparenta por la parte económica. Y dentro del mismo ámbito, las famosas asambleas y elecciones para que alguien pueda conducir a la AFA. Y dentro de los famosos estatutos, hay un punto álgido, el tema de la idoneidad de los dirigentes.

–¿Por qué?
–Porque como hombre del fútbol nunca escuché de ellos una idea, un pensamiento de lo que quieren hacer con el fútbol, que se genere un debate entre el gobierno y los dirigentes. Todo es una cuestión de poder, político, gubernamental y económico. Lo que debe discutirse es si tienen pergaminos y capacidad para conducir a la AFA, qué idea tienen para las selecciones, los selectivos, los juveniles, para organizar los torneos, para la infraestructura, hacia donde quieren llevar el fútbol. Sólo sabemos de su necesidad de subirse al poder y enquistarse.

–¿Lo decís por este intento de unidad entre los sectores del “Chiqui” Tapia y Tinelli?
–Por eso y más. Que abran el abanico, como debieron hacerlo los anteriores. Tal vez yo sea un iluso, pero trato de dejar un pensamiento distinto a la de la mayoría. Parece que lo único que importa es que el fútbol comience, de cualquier manera, con cualquier pretexto y porque tiene que empezar. Vamos a seguir tapando agujeros y pisando en falso. Esto me causa repulsión. Convivir con la connivencia que hay entre los sectores que integran la AFA, los que designan los árbitros, el Tribunal de Penas, me resulta repulsivo.

–¿Puede llegar a ser una solución la Superliga?
–Lo único que sé de la Superliga es que responde a un interés económicos. Y acá hay que profesionalizar el fútbol en todos sus estamentos. Que lo dirija la gente que sabe y no la que tiene un poco de plata y poder. Hay grandes ex técnicos, jugadores y dirigentes, o actuales, que pueden aportar mucho. Y los que tienen más poder no son los que más saben. Para ser más práctico: se llamó a una presentación de proyectos para dirigir las selecciones juveniles de la AFA. Y los que cotejaron los proyectos no eran gente de trayectoria en el fútbol, digo un César Menotti o Carlos Bilardo. Hay gente muy sabihonda, no los amigos de la esquina. Todo es apurado, con falta de conocimiento. El aval de idoneidad debería venir por ese lado. No sólo porque no tengan causas en la Justicia.

–¿El proyecto Talleres te sigue desafiando?
–Sí, totalmente. Y estoy convencido de que vamos a cumplir el objetivo de dejarlo en Primera. En el marco institucional, de contención y de apoyo que se me brinda, de trabajar en una estructura seria y con objetivos claros, seduce y mucho. Ni qué hablar de lo que implica dirigir a Talleres, con su caudal de gente y la emoción de miles y miles de personas. A mí me ha tocado estar en una etapa muy rica de logros, que a lo mejor no la vivieron otros técnicos a los que le tocó pasar etapas más feas.

–Pero a vos te tocó una fea: sacarlo del Federal A.
–Sí, pero no era fea. Yo lo elegí. Podría haberlo rechazado.

–Tus desafíos suelen ser muy especiales. No sería extraño que, si dejaras Talleres, aceptaras hacerte cargo del fútbol general de 9 de Julio Olímpico de Freyre.
–Y capaz que sí... Es mi forma de ser. Por ahora pienso en consolidar a Talleres en Primera. Mi contrato termina a fin de este torneo. Sigo pensando como cuando decidí dirigir en este club. Si algo desafía lo que yo creo es mi capacidad para lograrlo, allí estaré.

–Si fueras DT de la selección y lo vieras a Pablo Guiñazú en el nivel que tiene ahora, con 38 años. ¿Lo convocarías? ¿Sería un límite para vos su edad?
–A mí la sabiduría me produce un límite. Y “el Cholo” es muy sabio. Si estuviera en Boca, River o algún otro club grande de Buenos Aires, la misma prensa estaría induciendo para que lo convoquen. Pero nosotros somos del interior, vivimos impregnados de información desde allá y todo rebota de la General Paz para adentro. Este país de federal no tiene nada.

–¿No se lo está cargando de mucha responsabilidad a “Bebelo” Reynoso? Sabemos todo lo que lo protegen “el Cholo” y vos. ¿Pero no es demasiado que en una campaña de marketing se lo compare con glorias como Willington o Valencia? Es un tremendo jugador, pero sólo tiene 21 años. Tiene mucho por aprender y demostrar.
–Son las reglas del juego. Tiene la suerte de ser titular en un club muy grande, muy popular, que arraiga mucho sentimiento y exigencia. Ahí es cuando se ve a los mejores, si sirven o no. Lo hemos ido llevando despacito, desde el Federal A, como corresponde, pero es el jugador el que debe usufructuar su propio momento. Uno lo puede ayudar, acompañar, aconsejar y exigir, pero hay momentos en el que el pichón tiene que dejar de serlo. Debe saber que él está generando todo eso. Tiene que aprender a manejarlo, para que no se deprima cuando lo critiquen ni se crea el mejor cuando lo alaben. Es una cuestión de equilibrio. Y ustedes los periodistas tienen mucho que ver en eso.

–¿Lo decís porque podemos inflar a jugadores y con la misma facilidad desinflarlos?
–Un poco por eso, pero más porque ustedes, no individualizo en nadie, no tienen el sentido de pertenencia a una institución que nosotros sí tenemos.

–¿Está el equipo a punto?
–Hace un mes largo que lo veo muy bien, por las evaluaciones de los amistosos. Jugamos contra rivales de jerarquía como San Lorenzo y River. El equipo estuvo a la altura de las circunstancias y demostrando que puede. Con estos equipos te equivocás un par de veces y la vas a buscar adentro. Pero a mí el sinsabor grande que me queda es no poder haber jugado este fin de semana.

–¿Se mantiene incólume tu “sociedad” con Andrés Fassi? Vienen de un parate largo de tres meses, con él poco tiempo en Córdoba. ¿No surgieron diferencias en este lapso?
–Para nada. No tenemos tiempo para discutir con él, pero sí para debatir ideas. A veces pensamos distinto, pero tengo un nivel de relación con Andrés mucho más allá de la de presidente-técnico. Se basa en la confianza recíproca. La verdad, no recuerdo haber tenido una opinión en contra con él.

–¿En estos meses de receso se profundizó la competitividad en el plantel? Y no me refiero sólo a los delanteros. Hablo en todas las líneas del equipo.
–Es que eso es lo que pretendemos. La tenemos porque la buscamos. Por eso tenemos dos o tres jugadores por puesto listos, para equivocarnos lo menos posible. Soy un convencido de que llevando la competitividad a su máxima expresión obtendremos los mejores resultados. Y por arriba hay un club que nos da trabajo, alberga y nos da una gran posibilidad de mostrarnos. Hay que responder con la máxima predisposición y sentido de pertenencia.

–Tu familia está en Santa Fe. ¿Cómo se compone?
–Por mi esposa y mis hijos: María Celeste, Maximiliano y María Sol. Van en escala, de 27 a 20 años.

–¿Les das participación en tu trabajo? ¿Opinan?
–Mis hijos participan de esto desde que su papá decidió ser técnico, pero los dos más chicos han crecido con bastante ausencia del padre. Pero ellos saben desde niños que el papá hace lo que le gusta, que ama el fútbol y ser técnico de fútbol. Y se involucran piel a piel. Uno no puede estar al alcance de todo. Hay momentos en los que deben decidir por ellos mismos. Es una decisión de vida.

–¿Leés algo más que fútbol?
–Sí, leo de todo. Me gustan las historias de grandes estrategas, como Napoleón y Alejandro Magno, de líderes históricos. También historias de amor. Ahora estoy leyendo Palmeras en la Nieve, una historia de españoles que vivían en Los Alpes y se fueron a colonizar un país africano. Tiene historias de amor. Hay una película muy linda sobre este texto.

–¿Qué onda con la música?
–Tengo un gran abanico, pero me gusta mucho la melódica y el rock. Uno es el mejicano Carlos Rivera. También me gusta mucho La Beriso. Tiene letras que refieren a historias rockeras y nostálgicas, al estilo Joaquín Sabina.

–¿Fuiste a algún recital?
–Sí, al de Coti, en el espacio Quality. Me gusta su estilo.

–¿Te sentís feliz?
–Soy muy feliz con lo que hago. Vivo el presente, no despotrico contra el pasado ni le tengo miedo al futuro. Si tuviera que vivir de nuevo esto, lo agradecería, porque es lo que llevo adentro.