Nosotros lo vemos por foto, a lo lejos, y nos parece imponente. Javier mira el Coliseo romano y llora. Llora porque preferiría estar viendo La Cañada. Llora porque preferiría estar frente a la Boutique de barrio Jardín, a la vuelta de esa casa desde la niñez. Pero es así el desarraigo. La nueva vida. El destino. Se enamoró de una romana. Y vive allá, donde la historia antigua tiene su piedra basal.

Javier Marenchino es un cordobés de cuarenta y pico. Y que no puede vivir la vida sin pensar en Talleres. Así está hoy, a la vuelta del Vaticano, viviendo desde Italia el sueño del ascenso a primera.

“Hace mas de 25 años que vivo en Europa y como pueden apreciar, con el tiempo, pude superar la falta de criollitos, la Pritty, el cuarteto, el chori a la salida del baile, jaja”, dice a Día a Día con esa nostalgia cordobesa que enloquece.

Y se muestra con el último modelo de la Albiazul con su hijo Leonardo en brazos. “Hago lo que sea para meterle en la cabeza qué es Talleres. Para colmo mi señora, que es tana, es enferma hincha de la Roma”, agrega.

"En Italia somos actualmente unos 10 hinchas que nos juntamos, conocemos 7 de Barcelona, mas 5 de Francia, somos un buen número y a mediados de Julio, queremos hacer un asado para festejar el ascenso", cuenta Javier.

Javier, por suerte, es un buen profesional que ha podido desarrollar su vida, al menos en el extranjero. “Soy técnico de laboratorio”, cuenta y trabaja en un hospital de la capital italiana. Y eso, ayuda para que su enfermedad por la T se acreciente. ¿De qué manera? “Yo viajo tres veces por año a Córdoba para poder ir a la cancha, al Kempes, lo llevo a mi hijo, y nunca pierdo el contacto con los hinchas, lo que es Córdoba, lo que es la T”, completa.

Pero igual, en plena Roma, ha caminado con las banderas y la camiseta, cantando con otros matadores que se sumaron a los festejos partido a partido en esta gran B Nacional del equipo de Kudelka.

Y en Italia no lo ocultaron pocas horas después del último triunfo contra Boca unidos y en medio del arranque del día romano deambuló el grupo festejando por la ciudad.

"Íbamos llenos de banderas de Talleres y con la camiseta sacando pecho....teniendo como testigo, las ambulancias, las trabajadoras del sexo que vuelven a su casa...y algún que otro taxista trasnochado que lleva fieles a hacer la cola al Vaticano, para el día después".

Javier está ya en camino a nuestro país. Vendrá este fin de semana, anhela poder festejar el ascenso con los hinchas, con su hijo en brazos y hasta esa locura la traslada con un deseo cuando ya esté en Italia y las aguas se calmen, con el ascenso consumado: “Quiero que mi hijo cuando vuelva desde Córdoba acá a Roma vaya a la escuela y le diga a sus compañeros: ‘io l’ho visto tornare’ (Yo lo he visto volver)”.

Y hasta la locura de Javier se verá en una bandera, con la leyenda en italiano: “Sono venuto da Roma per verdeti tornare”. Y ahí nomás traduce: “Vine de Roma para verte volver”.

Por Javier, por el amor desde Italia y por la representación de tantos que están lejos de Córdoba, no hay mejor manera que sí desearle el ascenso.