Walter Rodríguez es un cordobés de 44 años que vive en Puebla con su mujer, Analía Farías, y su hijo de 11 años, Matías. Hace 14 años se fue a México a probar suerte como ingeniero químico. Lejos de ejercer su profesión, abrió un restaurante de comida argentina con unos amigos: “Rinconcito Argentino”. Le preguntamos si tenía algo de Talleres colgado ahí, y nos dijo que no; pero sí que lleva a la “T” en un rinconcito de su corazón.

Cuando se enteró que Talleres iba a jugar con los Coyotes de Tlaxcala (a una hora de Puebla), no dudó en ir. Le avisó a su hijo, le puso el gorrito y hasta le enseñó canciones de la cancha: “Esto es muy lindo. Él es poblano pero hincha del matador. Y uno le cuenta, le habla, le muestra videos. Incluso anoche estuvimos practicando algunas canciones. Lo seguimos siempre que podemos por internet. Vimos la película, el ascenso con San Jorge; lo tenemos bien presente. Y de repente tenemos la posibilidad de verlo en vivo. Matías tiene el privilegio de ver por primera vez a su equipo”.

“Los mexicanos que van al restaurante pregunta de que somos, si de River o de Boca. Cuando les digo Talleres se quedan mudos”, agregó. Muchos se acuerdan de aquella vez que vino a jugar la Libertadores con el América o nos conocen por la bandera más grande del mundo”. Donde juegue el “Matador” siempre habrá un hincha y una historia.