0-1 ante Unión (MP), que ascendió. Amoroso le volvió anotar y lo mandó al repechaje. La “T” no estuvo a la altura de la final.

La derrota de Talleres en la finalísima de anoche frente a Unión de Mar del Plata dejó sensaciones certeras, incontrastables y diversas lecturas que unívocamente se orientarán a un destino común: la decepción futbolística del primer equipo albiazul.

Cómo sigue el torneo


Frente a cuatro mil personas, que hicieron del estadio de Sarmiento un símil de la Boutique, Talleres repitió los mismos errores que en los dos partidos de la fase regular en los que el equipo marplatense le dio un paseo bárbaro. Al parecer no hizo una lectura apropiada de esos yerros ni tampoco le dio el lugar a la lógica, porque su rival demostró que como equipo era más y ayer lo corroboró una vez más. Joel Amoroso, lesionado en un hombro y todo, fue subestimado y fue el mejor. Anoche, como en los otros dos juegos. Hizo el 1-0 para Unión (MP) y estuvo en todos los ataques. Aquel que alguna vez fuera ofrecido al Talleres de Sialle y que no fue aceptado

Pero aún más doloroso fue ver a semejante multitud haber cubierto los 600 kilómetros que hay desde Córdoba, alentar todo el partido y encontrarse con que desde la cancha no le devolvieron casi nada. El dolor y la tristeza con que cualquier hincha albiazul, bien nacido, ingresó al estadio Eva Perón debido a la dolorosa noticia de la muerte de dos hinchas por un siniestro vial en la autopista Córdoba-Rosario (ver A18), seguro no podrá compararse con la frustración vivida anoche. Sin embargo, fue un complemento inesperado para una noche negra, pero previsible desde lo futbolístico. Las diferencias quedaron expuestas en el inicio. El contraste visto en el césped se trasladó a las tribunas. Los 200 hinchas marplatenses, que llenaron apenas un codo de la platea del estadio de Sarmiento contra la multitud que convocó Talleres, hizo aún más lacerante la estadía de los hinchas cordobeses que tuvieron que “comerse” el festejo de ese grupo de jugadores con camisetas celestes por el ascenso a la B. Una gesta en la que pocos creían al promediar el torneo.

La política, presente


Hubo margen para que la política se colara en las tribunas y fuera de ellas, debido a que las inminentes elecciones del domingo también son parte del Mundo Talleres de hoy.

No bien concluyó el partido, varios plateístas miraron al palco y comenzaron a insultar al presidente del Fondo y candidato a vicepresidente por Talleres Vuelve, Rodrigo Escribano. “Ya sé de qué sector viene”, dijo después. Los simpatizantes descargaron sobre él, su indignación, mientras los otros integrantes del Fondo, Ernesto Salum, Hugo Bertinetti y Alberto Escalante miraban afectados, desde abajo de ese sector, una escena que seguro no hubieran querido presenciar. Al margen de la diferencia que los separan.

La caída de Talleres no significa que haya perdido la posibilidad de pelear por el ascenso. No obstante, en el ánimo de la gente quedó flotando la imagen de que la cruzada será muy difícil. Es que se observó un equipo que, en el primer tiempo no jugó a la altura de la final, algo que sí tuvo claro su rival desde que el juez Sebastián Mastrangelo pitó el inicio del juego.

La sensación es que si este Talleres, ciclotímico de tantos picos de euforia como de presiones, no logra conjugar una fisonomía de juego, le costará mucho poder superar la segunda fase del Federal A. Nada está perdido. De ir superando cada cruce tendrá seis partidos para encontrarse con uno de los dos ascensos restantes.

Pero para que ello suceda, tendrá que cambiar mucho. Y habrá que ver como incide el resultado de las próximas elecciones del domingo en el ánimo de un grupo de futbolistas que llegará golpeado a Córdoba con necesidad de revancha inmediata, pero también exhausto desde lo físico. Aunque sabe que no habrá excusas.