Por errores propios. El local entró dormido y Mozzo se equivocó feo. A los empujones empató.

Talleres fue más ganas que fútbol. Más empuje que juego. Más desesperación que pensamiento. Así empató la “T”. Así la dejó escapar el Albiazul. Tenía todo para ganar y llegar a la cima de la Zona 5 del Federal A, pero no pudo con un rival limitado, que aprovechó los errores del local para marcar dos goles y que casi lo gana de contra.

Los dirigidos por Coleoni entraron dormidos a la cancha. Y Tiro Federal lo aprovechó para anotar. Battaglia convirtió de cabeza a los 4 minutos y se replegó. Le dio la pelota a la “T” y esperó su momento. Los locales le metieron mucho amor propio y nada de juego. El balón pasaba por los pies de Mozzo, Díaz y Beraldi. Carabajal estaba como ausente en ese lapso del partido.

El juego era ordinario. Sin jugadas preparadas. Ni dos o tres pases seguidos podían dar los protagonistas. La pelota andaba por el aire, a puro pelotazo sin tener un dueño.

Y de tanto ir, Talleres llegó al empate gracias a Martiñones casi al final de la primera etapa. Merecía la igualdad la “T”. No tanto por la generación de juego, si no por el empuje de los locales.

El complemento siguió igual. Con muchas más ganas que con juego, el local intentó desnivelar el marcador. Pero Tiro se plantó bien atrás y le daba pocas chances al ataque tallarín. Encima, de contra, siempre parecía que la visita podía convertir. En una de esas incursiones, un remate de Bauman dio en el palo.

Coleoni se la jugó. Sacó a un defensor (Formica) y metió un delantero (Godoy). Además sacó a Beraldi e ingresó Álvarez. Intentó darle más juego y peso ofensivo. Pero poco pudo hacer en ese sentido.

Cuando nadie lo esperaba, Mozzo se equivocó. Feo. Tiró mal un pase atrás, Bauman lo aprovechó, gambeteó a Costa y marcó el 2-1. El mundo se derrumbaba en la “T”.

Herido en su amor propio, Talleres fue desesperado a buscar el empate y logró gracias a un gran pase de Carabajal para Godoy, que de cabeza anotó el 2-2. Se buscó el triunfo y casi lo pierde en la jugada final, que si no fuera por un atajadón de Costa los rosarinos se llevaban todo.