Hoy luce fuerte, sólido, entrando a los primeros 100 años de existencia con salud deportivo, económica e institucional, a punto de superar la quiebra y un pasivo inmenso. Pero Talleres es como una novela, donde si la armonía reina es porque es tiempo de empezar a preocuparse. La relación del hincha con el Albiazul tiene que ser tormentosa, porque es imposible no amar a algo que te hace sufrir. Desde su origen fue innovador, con un paladar exquisito que le valió odios y antipatías que fraternidad de sus pares cordobeses, y que muchas veces termina siendo su propio veneno. Pero lo excéntrico es así: se acepta porque no se negocia. Talleres es un club distinto por su idiosincrasia, por su arrastre popular y por esa esencia que lo mantiene vivo, incluso cuando desembocó en los infiernos

De sus diez décadas, sin duda la última fue la perdida, aunque desde la crisis, logró fortalecer sus cimientos. Desde el descenso de Primera División a la B Nacional, cuando estaba clasificando a las Copas internacionales, siempre convivió con esa dicotomía y ambigüedad emocional. Ya en el Argentino A, cuatro años tortuosos, se rescata el sentido de pertenencia que lo acompañó en el ostracismo, y que hoy congregará más de 60 mil almas en el coliseo mayor cordobés, como máximo símbolo y expresión de feligresía.

Así es Talleres. Lo querés o lo odias. Sin puntos medios y sin grises. Por eso resurge, tras la caída de su imperio, que fue humillado y denostado por aquellos que solo quisieron sacar provecho personal. Pero los clubes siempre están por encima de las personas. Por eso, la memoria y las vitrinas aún lo enaltecen. Viajes por Europa y Africa, excursiones por Copa Libertadores y Mercosur, obtención de la Copa Conmebol, tres jugadores campeones del mundo en el ’78 (primer equipo del interior con ese logro) y hasta se creó un decreto polémico porque desde Buenos Aires, jugando a un “federalismo” necesario, lo invitaron a jugar a los metropolitanos por todo lo que generaba dentro y fuera de la cancha.

Así es Talleres. Que pierde en el historial con Unión de Mar del Plata y Huracán de Tres Arroyos pero que lleva 10 mil personas un día de semana a Rosario, o que mete casi 20 mil en Avellaneda como en el Nacional ’74. Siempre los poderes económicos se fijaron en Talleres, ¿por qué será?

Que AFA postergue la hora si quiere. El hecho de que sea fecha FIFA no va a impedir que 60 mil albiazules en procesión celebren el Centenario. 60 mil en el Mario Kempes, porque en Córdoba y varios rincones del país (hay 102 filiales de la institución de barrio Jardín en toda la longitud nacional) van a estar con la copa en alto, listo para el brindis cuando el reloj marque la hora 00.00. Salud. La pasión y el amor nunca se oxida. Te vimos caer y te vemos resurgir. Es que Talleres es así...