El Matador empató con Olimpo 1-1 y luego perdió por penales 5-4. Unos 17 mil hinchas acompañaron al equipo.

No importó que sea miércoles. No importó salir del laburo y tomarse el primer bondi. Ni tampoco le dieron bola a los que le decían: “¡¿Qué vas a ir si es un amistoso?!”. Y tampoco fue suficiente excusa de los que lo querían convencer con un argumento pedorro: “Bastante los bancaste en el torneo...” No. El hincha de Talleres estuvo ayer en el Kempes y le dio color albiazul a una noche de fiesta.

El humo de los choris nublaban la vista. Las chicas vinieron en masa porque lío no se iba a armar. El festejo fue de los de la T por haber salido del infierno del Argentino A aunque, parte de la alegría, también fue de Olimpo que volvió a Primera. Los 17 mil hinchas albiazules que fueron al estadio extrañaban ver a su equipo.

Hacía mucho que la T no jugaba y eso llenó de ganas a esos faenas que siempre dan todo desde la tribuna. Para seguir agradeciendo a los jugadores y al cuerpo técnico con Cacho Sialle a la cabeza. Aunque todo El Mundo Talleres ya piense en lo que será el partido del miércoles próximo, en Chaco, ante Newell’s por Copa Argentina. Y que la cabecita de los fanas también esté en la B Nacional. Había que estar anoche y muchos, estuvieron.

Aplaudieron a rabiar cuando le entregaron la camiseta con el 100 a Javier Villarreal. Explotaron cuando salió el equipo a la cancha y se lamentaron cuando, a los 35 segundos de juego, Olimpo le ganaba 1-0. Como en un partido por el torneo, el aliento no paró. Las protestas al árbitro y los insultos a los rivales, especialmente a Iván Furios muy identificado con Instituto, también fue igual que cuando se juega por los porotos. Y gritaron el empate 1-1 de Klusener con las gargantas al rojo vivo. Porque era Talleres el que metía el gol y porque había que gritarlo así. A todo volumen, como corresponde.

Después, lo de los penales quedó para la anécdota. Un partido con una organización un tanto floja, no hizo enojar a los hinchas que como siempre le dieron un marco apropiado para un miércoles por la noche, demasiado lo que una vez más volvieron a dejar en las gradas.

Hay que reconocer que el marco no fue tan imponente como se esperaba. Pero también hay que aplaudir a los que, sin importarle nada más que seguir apoyando a su equipo, dijeron presente y alentaron como si fuera una final. Para ellos, que no les importó el día, la hora, ni que era amistoso, fue la satisfacción de poder ser testigos de una nueva fiesta de Talleres.

Y aunque no tuvo ribetes de tanta emoción por lo que se vio en la cancha, para los hinchas la fiesta continúa, aunque sea por nada.

¿Sorteo? Primero la organización había anunciado un sorteo si había empate, pero luego cambiaron a penales.