La pensión de Talleres brinda contención emocional y apoyo educativo a 49 juveniles, más allá de la formación deportiva. Historias de adolescentes con sueños de Primera.

Por supuesto, antes de sentarse a la mesa a estudiar o repasar para algún examen, todos pasan por la ducha, obligatoriamente. Es que recién llegan de entrenar, formando su carrera deportiva, en las inferiores de Talleres. Los sueños del semillero no tienen medida, sin embargo, el cable a tierra y la dosis de responsabilidad. Así transitan, por ejemplo, Nehuén Troncoso (14) y Mauro Cachi (14), con libros en mano y carpetas de estudio. Nehuén es oriundo de Jujuy y juega en la ’98, igual que “Maurito” (similar fisonomía al “Cuni” Claudio Francés) nació en Güemes, Salta. “Me encanta el inglés. Me cuesta mucho matemáticas pero la voy llevando de a poco con el apoyo de las profes”, cuenta. “A mí me gusta Química” -agrega Mauro-. “Tengo facilidad por suerte, no me gusta mucho Lenguaje”, cierra.

Ambos tienen desafíos, en una edad complicada como la adolescencia, con todas las tentaciones y las rebeldías típicas de un joven. Talleres les brinda contención y a pesar de su prematura edad, son conscientes de ese privilegio: “Las profes nos ayudan siempre, incluso hay veces que vienen los viernes o domingos. Nosotros queremos responder. Tenemos el sueño de jugar en Primera y de Selección Nacional. Pero también sabemos que hay obligaciones que cumplir, que debemos estudiar”, repiten a dúo, mientras agradecen la atención, que los ayuda a sobrellevar la distancia de sus hogares, familiares y seres queridos. La contención como aspecto fundamental se cumple en la pensión de Talleres, o al menos esa es la premisa institucional.