Los guardianes de Sialle. Héctor Chazarreta y Víctor Heredia, los ayudantes de campo del DT de Talleres. Constructores de un ascenso inolvidable.

Dos cosas convierten al fútbol en algo maravilloso de disfrutar: una es la cancha, con las tribunas colmadas, con la pelotita rodando, con la imprevisión aplicada a la lucidez de los jugadores; la otra de las cosas son los bares. Esas mesas son las repeticiones de las jugadas sin monitores. Las palabras se mastican con un sorbo tibio de café. Y de las tazas aflora la intimidad irrepetible de los instantes vividos. Los mozos son los edecanes de la nostalgia. Los que escuchan sin opinar. Los que miran sin ver.

Los protagonistas de ese confesionario se hacen más visibles cuando se los escucha. Héctor Chazarreta y Víctor Heredia reabren sus expedientes del ascenso de Talleres a la B Nacional y escapan forzosamente de ese anonimato en el que pernoctan a diario, a espaldas de Arnaldo Sialle, seres protectores de una gesta que jamás olvidarán.

“Nosotros estamos así, siempre. En silencio. Hace un año y medio que estamos sin contrato”, dice con una sonrisa Chaza. Que no es reproche, más bien es la reafirmación de la palabra como valor. “Nosotros confiamos en la gente que nos ha contratado”, dice el Víctor. Porque el valor de la palabra es para ellos el lugar más alto del nivel exponencial con el que se han sabido manejar en la vida. Se conocieron allá por 1986, cuando en épocas maradonianas jugaban con la camiseta de Talleres en Primera División.

“Siempre nos buscamos para trabajar juntos, desde que nos conocemos”, reafirma Chaza. Y aquí están, a la vuelta del ascenso de Talleres, en el que aún los papelitos se arremolinan entre los árboles del Río Suquía detrás de la popular Willington.

“Nosotros hemos mamado el fútbol de Córdoba y por eso sentimos que nos ha costado siempre un poco más. Porque al que labura acá le cuesta más que al que viene”, tira Víctor.

La Liga Cordobesa es la Pachamama del típico modelo cordobés. La madre tierra de la pelota mediterránea. “Nosotros dirigimos juntos en Las Palmas. Los pibes venían de laburar fusilados y los molíamos a palos en los entrenamientos. Ahí un jugador ya es campeón. Cuando ves ese esfuerzo que hace”, agrega Chaza.

“Ganamos cosas, pero nos costó. Y les hacíamos como 40 pollos a la parrilla. Les agradecemos a esos jugadores la oportunidad que nos dieron de aprender como entrenadores”, refuerza Heredia. “Somos de hacer amigos a largo plazo”, tira Chazarreta. Qué buena reflexión de lo que deben ser ese tipo de lazos. El fútbol da esas oportunidades. La convivencia. El día a día.

Los guardianes de Cacho. Héctor Chazarreta llegó a Talleres allá por 2010, para “reconstruir” las divisiones inferiores y se lo llevó a Víctor Heredia, su amigo de siempre, que estaba en Instituto.

“No había ni alambres en el predio. Venía un viento y andá a buscar vos la pelota”, se ríe el Víctor con los ojos celestes aún fulgurantes. Con Chaza tienen esa timidez de hombros encogidos, de sonreír con cierta vergüenza, de tratar de apelar a un chiste propio como para poder entrarle de lleno a las ideas. Y tira Chazarreta: “Tuvimos una reunión con Sialle antes de empezar, cuando él llegó a Córdoba (noviembre de 2011). Le dije: ‘Mirá Cacho, yo no estoy acá para serrucharte el piso ni esperar a que vos te caigas. Yo te voy a acompañar en las buenas y en las malas. Y si vos no estás convencido de nuestro trabajo, nosotros no tenemos problemas en dar un paso al costado y seguimos siendo amigos. Somos grandes y no tenemos porqué andar en cosas raras y por eso estamos acá con vos’”. La simpleza a veces no es tan difícil.

Pasó un montón, una temporada dura. Víctor Heredia lo resume: “Fue muy bueno el nivel que mantuvo este grupo y el hecho de no contestar las agresiones. Nos mataban, pero eso nos fortalecía. Siempre de Talleres van a hablar; y de nosotros lo hacían. También con cierto temor y respeto. Convencimos a los rivales de que Talleres no era un candidato de cartón”.

¿Cuál es el mérito de un ayudante de campo? Que piense como el mismo entrenador. Sin invadir terreno, debe velar por el equipo de la misma manera que el DT, a pesar de que la presión se la lleve el conductor. Y Chazarreta lo explica: “A veces hay que entender que la clave del partido puede estar en el banco. Siempre digo que hay que darle a veces más valor al jugador que no juega que al que juega. Tratamos de hablar siempre con todos, con los que están afuera y de hacerles entender que es una circunstancia. Que deben estar listos. Nunca hay que dejarlos de lado porque si están en un plantel es por algo”.

–Ustedes lograron ser un material de consulta para Cacho...
–Heredia: Seis ojos ven más que dos… Desde que él llegó, mostró su humildad.
–Chazarreta: Nosotros estamos para opinar, sumar. Hay que acompañarlo para no confundirlo, para que él pueda decidir… Y por ahí hubo momentos en los que hemos discutido.

Los cafés pasan, van de mano en mano. Hay un alivio bárbaro. “Ojo, yo duermo bien siempre, jaja”, dice Chazarreta con ojos achinados, la boca bien abierta con sonrisa de amigo protector. El Víctor se prepara para la noche. “Tenemos asado y pagan los campeones, ja”, dice con arrugas en la frente. Los amigos son Galván, Atilio Oyola, el Araña, Cabral, el Nene Commisso... esos portadores del fútbol más sano del tiempo de antaño que hoy no es imposible de trasladar a aquellos que les toca ocupar sus viejos lugares.

El fútbol no sólo es un idioma para ellos, es el dialecto de las buenas costumbres y un código irrenunciable.

Los dos saben que lograron algo enorme y no es el ascenso de Talleres. Más bien, es haber podido llegar hasta aquí. Pero parece que les queda mucho por jugar y más por vivir. Y ganar también, pero esos triunfos van más allá de los resultados.

El Chaza. Nació en Tucumán el 10/08/55 y fue volante central. Jugó en Atlético Ledesma, San Martín, Chaco For Ever, Guaraní, Talleres, Racing y Rosario Central. Se retiró en 1995 vistiendo la camiseta de la T.

El Víctor. Nació en Córdoba el 17 de agosto de 1957 (tiene 55 años) y fue volante central y por afuera. Jugó en los cinco clubes de AFA de Córdoba: Talleres, Belgrano, Instituto, Racing y Juniors.