Semanón. La T se sacó otro más. Ayer el triunfo ante Sportivo coronó siete días “mágicos”. Había ganado a Juventud y el miércoles a Belgrano.

No hay más hinchas de Talleres flacos. Vayan a Cuestión de Peso y anótese en la tele. Están inflados. No los aguanta nadie, muchachos. En los bondis ocupan dos asientos. En la calle no se pueden dar un beso porque no llegan a las mejillas. Están hinchados. Hinchados de tanta felicidad. Locos. Enfermos de un virus azul que no se les va más. Parecen los de Avatar. Tan azul de piel. Y parece que, a pesar de lo ancho que caminan, lo hacen por el aire.

Cómo pesa Talleres. Cómo ha pesado esta semana para lo que viene. Arranque duro con Juventud Antoniana 1-0. Adentro. Gloria de miércoles con la bendición papal y eliminación a Belgrano por el gol de “Bottino VIII”. Y ayer, otro apretadísimo triunfo, de esos que hacen doler hasta el pelo. Y sí, la polémica que quieran con el penal al último minuto. La discusión de que fue o no fue. De que si lo choca Carabajal al defensor y se tira o si es falta en verdad. Y el 2-1 que no admite más análisis. Porque de domingo a domingo, los negros navegaron en Venecia, se tomaron un café en el hotel más alto de Dubai o se comieron un asadito en un Crucero en el mar Mediterráneo. Como si por esta semana, las vida le sobrara a todos. Como si el quini y el loto le dieran un toque de suerte a todos los bolsillos albiazules. Gasten. Gocen. Vivan así, gordos, hinchados de felicidad.

Si lo vieran a Javier Villarreal, ese que lleva la cruz del “viejo”, que está lento como dicen. Más de uno lo quisiera en su equipo. Pero el capitán sabe que tiene que cerrar los ojos y pensar en un final, pero sabe que falta. Agarra su BlackBerry y manda el mensaje: “Y entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”. Ora por vos el capitán y por él. Y por aquel también. Soñar con un final, con una sonrisa al final del vía crucis. El suyo. Y el tuyo. Y el de aquél otro.

Villa es el mismo que ayer lo paró a Francia, que le comió las gambas. Villita ora por todos. Otra vez. Por el que está limpiando los vidrios en barrio Jardín. Por el que junta la basura a la noche y anda contento de arrancar así la semana. Por el que se come un tostado en el bar más paquete. Villita corre entre desposeídos y ostentosos. Son todos hinchas de Talleres por igual. Están en el mismo rebaño. Cómo se rompe el capitán. Pero reza. Ora por vos, que sos de la T.

O Aguiar que baja del cielo todas. Que está en estado de gracia. Que parece que le harán goles con gotero. 1 después de 11. No es poco. Los hinchas que empujan. Que se ilusionan. Y que ante la duda de Nievas en el fondo, suspiran. Pero el grandote te cabecea hasta en un tobillo. Y te la saca, como sea. O Chávez. Ese enano maldito que se escapó del circo más burlón. Pica para un lado y para el otro.

¿Y Bati? Perdón, Velasco. “No me digas Bati, me di vuelta como Robocop”, dice en broma. Humilde el 9. Que la mató, la aguantó, giró y liquidó. Cómo están los hinchas de Talleres. Gordos. Altos y enormes. Como Sialle. Le sobran calorías al gigante rosarino. Te empuja con el aliento. Te come con los ojos. Y te vuelve a decir que creas en estos muchachos. ¿Belgrano? No, ya pasó. Pero nadie se la quita, nunca. Ya pasó. Pero para muchos sigue fresquito. Qué semana, Talleres, por Dios. Por Francisco, el Papa que se subió a la Willington y que asomó sonriendo por la pantalla. Con esa bendición eterna, que nadie dejará de lado. Porque Talleres no se puede dejar de lado y, cuando las rachas son como las de esta semana, es para el engorde. Para que la felicidad les rompa los botones del pantalón. Para que la ilusión no entre por una manga. Para que te digan que ahora a las matadoras las prefieren gorditas. Para que veas que nadie tendrá una semana como la que tuvieron. Por eso se meten en el twitter y te taladran feo: #TalleresA8Pasos escriben en la red.

Es que sí. Ya te quedan ocho. Son dos menos, tachá el que sigue. Dos menos Talleres, dos menos.

Juventud. El domingo pasado fue “Uno Menos” después de la victoria apretadísima (como la de ayer) ante Juventud Antoniana. Los hinchas, locos.