Silvestre, a fondo. El juez de la quiebra habló de todo con Día a Día. Dice que el hincha debe “ampliar su visión” al resultado.

Sale de su despacho caminando ya con la mano extendida, dominando el cálculo del apretón de manos. Saúl Silvestre no parece aquel juez completamente desbordado que tomó la quiebra del Club Atlético Talleres como si manoteara un puñado de brasas para guardárselo en sus bolsillos. Este Silvestre permite relajarse un poco. Camina por los pasillos de Tribunales asentando su palma izquierda sobre quien en minutos le lanzará un acopio de preguntas. Es un gesto amigable, cálido, en un ambiente frío. Invita a pasar a otro despacho, pequeño, con un fuerte ingreso vertical de luz. Su pelo blanco se ilumina más. Es un hombre joven de canas tempranas. De esos “castigados” antes de tiempo. “Cumplo 47 años el domingo (ayer)”, comenta y acomoda sus hombros.

Es un tipo simple en la intimidad. Sin grandilocuencias. Un chico de pueblo que vino a la ciudad traído por sus padres. Nació en Villa Fontana, en el departamento provincial de Río Primero, pero el juez centra sus recuerdos en la barriada de Juniors, donde se crió.

“Hice la primaria en el Corazón de María y luego fui pupilo en el Liceo General Paz”, agrega. Silvestre fue dos promociones por debajo de los hermanos Luis (ex Intendente, actual senador) y Daniel Juez, con los que incluso recuerda haber compartido recreos en esas épocas donde los chicos comenzaban a hacerse hombres. “El Liceo me dio una formación muy buena en la que aprendí a construir un orden, perseverancia, tenacidad”, agrega el magistrado. Y aunque hoy tiene por hobbies escuchar música y leer, también es adepto a los deportes como el tenis. “Tengo ahora una lesión en la rodilla y si juego lo hago en polvo de ladrillo”, lanza. Pero vuelve a rendirse frente a su nostalgia de fútbol: “Jugaba en el barrio o en algún club que tenía alguna canchita. Hacíamos la pisadita... Pertenezco a esa generación que jugaba al fútbol en la calle con los amigos o en algún campito. Cuando iba al Corazón de María, en los recreos salíamos desesperados a patear chapitas, lo que hubiera. También esas pelotas de goma marrón, chiquititas. Si te pegaban en la cara era como una piedra. Ya no se juega en los barrios, en la vereda, en la calle. Es muy raro que eso pase en estas épocas”.

–¿Y en qué puesto jugaba?
–En cualquier lugar…

–Doctor, quien dice que juega en cualquier lugar es un tronco…
–Es verdad... Es así. No era bueno jugando a la pelota. Pero como no era bueno iba atrás o al arco.

Saúl Silvestre sí demostró que podía ser un jugador de toda la cancha afuera de ella. Tomó la quiebra de Belgrano y, tras el saneamiento, el de Alberdi es casi hoy un club modelo. Con Talleres fue más ardua la cosa. Debió salir a meter presión tras el fallido paso del juez Carlos Tale, el desapoderamiento de la gerenciadora Ateliers, la tormenta piloteada ese año con el Fideicomiso (Daniel Ruffener y Gustavo Eluani) y el apoyo de la Fundación Azul y Blanco presidida por Ernesto Salum. Y luego, estos dos últimos años, con el Fondo de Inversión. Logró consolidar el rodaje de su gestión y quedó parado en un estado de tranquilidad: “El club dejó atrás el riesgo de ser rematado, de desaparecer”. A Silvestre se lo podría definir como un “riquelmista” en su accionar. Es una persona enérgica puertas adentro, líder. Y cuando se expone, habla con pausa, con lentitud y parsimonia en sus movimientos. Pero su cabeza va a otra velocidad, a lo Román, sabiendo que la orden a sus actos serán justas, calculadas y efectivas.

–¿Ve fútbol?
–Veo fútbol, me gusta ver fútbol. Nunca me hice hincha de un club grande. Cuando uno es chico aparece alguien que lo hace hincha de River o de Boca. Ahora soy anti River y anti Boca. Cuando sale campeón Arsenal, Vélez o Lanús me alegra.

–¿Y no le da bronca que equipos chicos sean campeones y por ejemplo no Talleres o Belgrano? Es una realidad…
–A los clubes de Córdoba les va a tocar. Los clubes llegaron a tener una historia y una gloria que no se condijo con las quiebras en las que cayeron. Belgrano y Talleres se entrenaban antes en el río, en el parque. Ahora tienen sus predios. Talleres salvó su predio y hay que ponerlo en marcha y tener a 2000 chicos jugando. Uno se pregunta ¿cómo no se hizo antes? Si estadísticamente te dicen que de cada cien chicos que juegan uno llega a primera, si tenés mil chicos propios vas a tener un equipo propio una vez por año. La gente que está ahora (el Fondo de Inversión) lo tiene claro. Hay que moverse de un modo austero e inteligente.

–¿Y cree que Talleres puede ser campeón en un plazo de unos años o volver a jugar copas?
–No tengo dudas. Uno tiene que decir miren cómo hizo las cosas Belgrano, la gente de Instituto. A Instituto se le puede reprochar que estuvieron a un partido del ascenso, pero es un proceso que está encaminado hacia eso. A un jugador que se destaca le tenés que dar la posibilidad de que vaya a Europa porque tendrá otro roce que puede ser aprovechable hasta la Selección. Esos son ingresos que por la venta entran al club y que sirven para formar a otros que harán el mismo circuito que ese jugador.

–También hay que garantizar la permanencia en el club del jugador antes de que salte a Europa…
–Seguramente, no se puede vender a los 17 años. El del Mudo Vázquez (ex Belgrano) que se formó en el club, ayudó al equipo a subir a primera, que hizo otro medio torneo fantástico para hacer pie en primera, no lo podés privar de esa oportunidad. Esa venta sirvió para comprar el predio de Belgrano y hay que pelear para que muchos Mudo Vázquez salgan de ese mismo predio.

–Volviendo a Talleres, un resultado negativo ¿no es condicionante para la continuidad del Fondo?
–No, cuando hablamos con el Fondo pusimos las condiciones que están establecidas en la Ley y era la continuidad de la explotación. Podrían haber dicho “vamos a poner en el pago a acreedores, pero vamos a traer a Riquelme”, no podemos hacer eso porque hay que pagar y nosotros tenemos que buscar al Riquelme que tiene Talleres. Yo no escuché a ningún hincha de Banfield querer suicidarse. Con River pasó lo mismo. A Talleres le toca vivir esta circunstancia de la vida, hay que aprender de esto.

–Pero hoy está en su cuarta temporada en el Argentino A y es una humillación muy grande…
–Obviamente que eso da bronca. Te tenés que enojar mucho en la cancha, pero después sentarte con tu amigo y preguntarte por qué llegamos a esto. Los socios descuidaron el club, no controlaron a los dirigentes. Lo único que importaba era que se ganara y no veíamos que no había pensión, no veíamos a los jugadores. Decime cómo juega la cuarta, cómo juega la reserva y yo te voy a decir cómo nos va a ir el año que viene. Entonces si vos veías que la reserva venía para atrás, que la primera local era un desastre no por cómo jugaba sino por la organización, con esos datos el razonamiento debería ser “el año que viene nos va a ir peor”.

–¿Entonces, más allá de un “fracaso” deportivo, la continuidad del Fondo está garantizada?
–Si respetan estas pautas, de mostrar cómo está jugando la reserva, la cuarta, yo voy a decir cómo te están yendo las cosas. Organizó la pensión, es algo modelo. Así no haya ascenso, el Fondo seguirá. Es más importante el trabajo que la plata que ellos han puesto.

–Le insisto, si estuviéramos en junio de 2013 y Talleres sigue en el Argentino A, no será fácil para el hincha. Usted tiene otra visión…
–Claro, es que así debe ser… era tal el caos en el que estaba Talleres que lleva mucho más tiempo que el que le llevó a Belgrano que nunca cerró su escuela de fútbol o descuidó sus inferiores. En Talleres no les daban de comer a los chicos de la pensión. No había alguien que los orientara. Docentes, personas que los contengan, que los controlen. Los chicos entre ellos mismos se robaban la ropa. Cuando alguien dice ¿por qué Talleres tiene ciento y pico de empleados? Y… para tener a un chico jugando a la pelota tenés que tener un profesor, un médico, un nutricionista, un psicólogo, cocineros, administrativos, personas que controlen el funcionamiento. Hay que sustentar la estructura. Vuelvo a lo mismo, la gente se enoja en la cancha…

–¿Pero usted cree que el hincha de Talleres entiende esto, que el club se está saneando?
-No hay resultados mágicos en el fútbol. No se puede gastar en un equipo para campeón que después no salga como le pasó a San Lorenzo o a Independiente. Eso los llevó a situaciones terribles, peleando el descenso. Vélez es un ejemplo opuesto y fue campeón.

–¿El gerenciamiento de Ateliers no tuvo esta estructura que dice?
–No. Nunca la tuvo.

–¿Y dejó un pasivo propio?
–Sí, en cuatro millones de pesos (el Fideicomiso estima que redondeará los cinco millones), despidieron gente, juicios, dejaron de pagarle a AFA, en ese sentido fue muy gravoso. No se tomó la visión de lo que había que hacer en Talleres. No se tuvo esa perspectiva. Vos decís, compro un equipo de Fórmula Uno, pero tenés que ver cuánto te cuesta. Si venías con dos mangos a querer gerenciar un equipo de Fórmula Uno... Me parece que se perdió esa perspectiva. No se puede manejar un club con tres o cuatro (personas). A los gerenciadores se les dio el club en la B Nacional, no en el Torneo Argentino. Ahora sí se armó un equipo de trabajo donde se sentaron las bases de lo que había que hacer. No puede haber un caos administrativo, no puede no saberse cuál es la deuda. A la gente que tomó el gerenciamiento de Talleres se les fue de las manos. Quisieron manejar con dos mangos, con tres tipos, un equipo de Fórmula Uno. Talleres hoy es un equipo de Fórmula Uno.

–¿Usted cree que Talleres en su estructura es un equipo de Fórmula Uno?
–Es un equipo de Fórmula Uno en su estructura. Belgrano también lo es. Instituto también.

–Hoy Talleres tiene dos grandes ingresos por dineros de Petrone y Pastore, ¿tuvo algo que ver la gente del Fondo en eso, como lo dicen?
–Lo de Petrone fue gestión del Tribunal. Lo de Pastore fue buscar por medio del Fondo a gente idónea. Eso fue gestión de un grupo de chicos del Fondo (Juan Peláez). El pago de pasivo lo maneja la quiebra, pero cuando me senté con ellos yo les dije que ellos no me podían generar más pasivo. Y aclaro que de la plata de Pastore se tocó únicamente para dos cosas ajenas al pago del pasivo: remodelar la pensión (riesgo estructural edilicio) y poner la bomba de agua en el predio. Fueron 400 mil pesos, lo único; lo demás entró a la quiebra y sigue para pagar el pasivo.

–¿Cuál es el negocio del Fondo?
–El negocio del Fondo es ninguno. No es negocio. Son un grupo de socios que se juntaron y vieron la situación y que podían colaborar a que el proceso de normalización del club fuera el más rápido.

–¿Qué opina del nuevo equipo?
–No opino de fútbol, pero tenemos excelentes referencias del técnico y de los jugadores. Hay que tener paciencia, acompañarlos.

–Lo llevo otra vez a la gente...
–Hay que decirles que tienen que enojarse en los 90 minutos, pero tienen que empezar a ver otras cosas. Hoy es un club serio. El club estuvo a punto de desaparecer como Italiano o Español de Buenos Aires. Talleres podría estar jugando con otra camiseta o con otro nombre. El hincha debe ampliar su visión.


Los hinchas, entender. Paren la pelota.
El magistrado dijo que los hinchas no deben pensar en el resultado deportivo solamente.

Mirar al futuro. Pibes el sustento.
La cantera es a lo que se apunta con mucha fuerza. El juez quiere más chicos en las inferiores.

No se toca nada. Todo sigue igual.
La administración del Fondo en Talleres no se cambiará. “Ellos entendieron cómo es”, dijo.