Se quedó en amagues. Después de un buen inicio, Talleres perdió el duelo en el medio campo y se le hizo difícil llegar a Gaona. Las alternativas estratégicas e individuales no aportaron soluciones en el 0 a 0 con Crucero.

Talleres se quedó en un par de amagues. Los que hizo Sebastián Sáez por la izquierda antes de meter el desborde y llenar de zozobra al fondo de Crucero del Norte en los minutos iniciales.

El mismo gen santiagueño tuvieron las dos mejores acciones de ese arranque a todo trapo de la “T”, que en menos de 7 minutos le dieron a Carabajal y Rezzónico la chance de un festejo tan prematuro como tranquilizador.

No pudo ser. Primero por la mala puntería del “8”, y luego por la intervención de Gaona, un arquero de mínima ortodoxia pero de máxima eficacia. No volvería a tener Talleres, en toda la tarde, una ráfaga igual.

Crucero del Norte tomó rápida nota de que no podía seguir esperando tan cerca de su arco, y otorgándole todas las facilidades a Carabajal. Entonces sacrificó a Pablo Motta para que siguiera al armador de Talleres y trató de hacerse fuerte con el despliegue de Marczuk y Amaya, y con la picardía de Joan Cabrera.

La visita ocupó mejor los espacios y se adueñó de la pelota, y aún sin demasiada ambición ofensiva llegó a poner a Martínez, su único delantero, cara a cara con Requena. Los misioneros también habían advertido los graves problemas que su anfitrión tenía a la hora de defender, y buscaron sacar provecho de ello.

La prematura deserción de Romat, por un esguince de tobillo, le dio a Arnaldo Sialle, el DT de Talleres, la chance de corregir sobre la marcha. Y metió a Diego Erroz para equilibrar el duelo en el mediocampo. El local repensó el partido con un “doble cinco” de combate, Díaz sobre la derecha y Carabajal decididamente como enlace.

Con esta movida, al menos logró equiparar desde lo numérico una puja que era desigual. Desde lo cualitativo, lo de Crucero del Norte seguía siendo mejor. Antes del descanso les tocó otra vez el turno a los arqueros: Requena tapó otro disparo de Martínez y Gaona le ahogó el grito de gol a Carabajal.

No lo perdió por Martínez. Apenas iniciado el segundo tiempo llegó el momento clave del partido. Un pésimo movimiento de la última línea de la “T” dejó en posición inmejorable al grandote Martínez, que solo ante el “1” albiazul desperdició la chance más neta del encuentro.

Cuando los desacoples defensivos y la falta de juego ya empezaban a fastidiar al público local, Sialle puso en escena el Plan C. Ramiro Pereyra y Alexis Olivera saltaron a la cancha con la ilusión de revertir la historia, tal como había sucedido en la llave ante Racing.

Con ellos, el dibujo mutó en un 3-3-1-3, con algunos movimientos llamativos: Pereyra como volante derecho, Strada como extremo por el mismo sector y Olivera casi de enganche. Riaño y Sáez no fueron excluidos de la nueva estrategia, pero sin abastecimiento les costó horrores a ambos generar algo de peligro ante una defensa bien parada y un arquero que, aunque sea a los puñetazos, se encargaba de alejar cualquier amenaza.

La imagen final de Talleres, yendo en montonera a la búsqueda de una hazaña que no se concretó, osciló entre la confusión y la impotencia.

Crucero del Norte tuvo las ideas más claras, supo siempre a qué jugar y terminó haciendo su negocio.

Los hinchas despidieron al equipo local reclamándole un poco más de... actitud, sin advertir que la gran carencia fue la ausencia de juego.

Las individualidades que debían aportar el desequilibrio futbolístico brillaron por su ausencia, y las soluciones no llegaron ni desde la planificación ni desde la acción. Desde lo colectivo, se sabe, no se le puede demandar mucho a este Talleres bipolar, que deprime con sus falencias defensivas y enfervoriza con los aciertos de sus goleadores, o con algún destello de sus creativos.