Entrevista con Michael Etulain. El 1 de la T no tiene problemas de hablar de los prejuicios, de la soledad del puesto y de sus desafíos.

"El arquero: Nunca supe qué es lo que hace que alguien se vuelva arquero. Quizá alguna oculta vocación de trapecista. Hay algo curioso: los pibes más chicos se desesperan por ir al arco. Conforme crecen abandonan los tres palos y ya grandulones, hay que mandarlos a atajar de prepo." Alejandro Dolina.

Sale un cascajo turbio y como un viento suave se arremolina en el oído medio. Un sonido de fonola, con las frituras que sólo las señales de AM ostentan. Unos mates, unas galletas y hasta algún caramelo se disuelven lentamente…

“Pero dígame, cómo es eso de las conquistas. Usted que sabe mucho de eso, de qué se trata eso de enfrentarse tan sólo ante tanta adversidad…”

La voz del Negro Dolina es el yin de la soledad. O el yan de la melancolía. Es el complemento exacto en el que Michael Etulain, un arquero de fútbol, un jugador de remos puestos, al menos busca un oasis en la locura. “La radio me encanta. Es un lugar en el que me gusta estar. Escucho muchas radios, pero más que todo las de Uruguay. Es algo que me fascina y que no puedo dejar de hacer nunca”, confiesa a Día a Día.

Talleres hoy es el mundo en el que habitan los desolados y allí igual está él. Y también, es aún ese pueblo que está dispuesto a cruzar un nuevo desierto en pos de su salvación. No llueve ningún maná del cielo gris en barrio Jardín y a eso, el 1 albiazul lo sabe. Aún, se apresta a ponerse el disfraz de la redención, por encima de aquellos que ya son apenas un eslabón más de esta cadena de tristeza que dejaron los procesos anteriores. Y eso de vivir en este Argentino A le ha devuelto no sólo los desafíos a Michael, sino también las dudas íntimas de preguntarse ¿cómo terminará todo esto? “La Venganza será Terrible”, justamente se llama el clásico de Dolina que todas las medianoches acompaña a los noctámbulos y bohemios, desde hace más de dos décadas. Allí se estaciona.

Es diciembre de 2011. Las luces de la navidad titilan en la ventana del pequeño living y aún hay razones para la desconexión momentánea. Una última semana de trabajo, mucho menos tensa que las restantes. Un camino diario que se aproxima al epílogo de un año complicado. Lo sabe Michael, lo siente y se presume que en el entrante nada de eso cambiará. Quizás se potencie con más profundidad. Manejar en auto por Córdoba ya no es nada placentero y por eso el encuentro se demora. La charla será amena y tendrá eso que todos los arqueros tienen: la mirada propia y solitaria.

Etulain demuestra que está claro y firme en aún “padecer” el puesto. Es un lugar elegido para unos pocos, con particularidades y los riesgos propios de aquellos que viven en ese “estado de abandono”.

–¿Por qué creés que se instaló una idea de que no eras un arquero confiable?
–Creo que a todos por igual nos ha tocado pagar esto de ser resistidos de entrada. No sé si estamos pagando los platos rotos de procesos anteriores y es algo lógico. Cuando llegás tenés tres o cuatro partidos en los que los hinchas te estudian. Hay períodos de adaptación. No fue nada fácil.

–¿Cómo viviste ese momento?
–Tranquilo. Muy bien. Yo sabía qué era esto.

–Hasta llegaste a bromear con eso de que “tenés manos”…
–Lo que pasa que fue un momento especial. Es algo que nadie tenía mucha confianza, pero yo sí la tenía en mí. Aparte el trabajo que estamos haciendo con el Mono Irusta es enorme. Tenía confianza.

–Demostraste entonces…
–(Risas) Sí, esto es así. Me toca estar solo, atrás, estás solo y sos vos. El arquero forma otro carácter. Si hacía caso a todo lo que decían terminaba mal. Tenés que aislarte y confiar en tus condiciones. Y eso es lo que hice.

–No sos Clemente…
–Jajaja, mirá en Uruguay no conocen a Clemente… mirá, no es que no tengo manos ni soy Van der Sar. Es así. Ha habido algunos arqueros que la gente los ha querido y después se fueron. Acá me tocó bailar con la más fea y creo que a veces cuando sos figura algo no anda bien. Creo que un delantero, goleador o un enganche en un buen equipo son las figuras. Pero bueno, así se dieron las cosas.

–¿Tu apellido de qué origen es?
–Vasco.

–Bueno, sos arquero, estás solo, ¿serás separatista?
–Jaja, no, soy un vasco tranquilo. Tan loco no soy.

La charla fue distendida, cómoda, amena, divertida. Queda hablar de fútbol, del equipo, de lo que viene, de lo que piensa cuando estén en la recta final. Etulain quiere redoblar la apuesta.

“Nos falta confianza en el vestuario". Se rascó la barba. Miró otra vez. Sonrió. Embuchó un trago de agua de naranja. Se rascó. Pensó y dijo: “No tengo canales locales. Tengo Direct TV en casa y no puedo ver la prensa local”. La sorpresa no fue en vano. Pero reforzó más la idea. “Es una locura extrema lo que se vive en Talleres. Hay momentos de mucha euforia y también muy negativos. Es un ambiente muy especial el de este club”, le aseguró a Día a Día. El tono no es de queja, sino más bien a una sorpresa desmedida con la que se encontró: “Sabía lo que era el club, pero no me imaginé eso de que casi llenan el Kempes una noche de verano y, además, la capacidad de irritación”. Pero está claro algo más: el equipo jugó muy mal. Y no cumple con la condición de estar entre los seis mejores de una zona de 13: “Tuvimos muchos altibajos y eso se paga más en un torneo como este. Nos costó mucho”.

–¿Debieron bancarlo más al ex DT José Bianco? ¿o le erró a algunos planteos?
–Lo que él nos pedía lo intentábamos hacer. Pero estábamos en esas rachas malas. Después, si no ganás, echan al técnico. En su gestión hicimos todo lo que nos pidió, cumplíamos las premisas que nos daba, pero las cosas no salieron. Ahora a Cacho (Sialle) hemos intentado cumplirle, pero también fue difícil.

–Lo físico, algo que se está hablando, más allá de eso ¿es una cuestión de resultados?
–Terminamos mal físicamente y es algo que no podemos ocultar. Ha sido un gran déficit. Y también nos ha pasado que nosotros salimos a buscar todos los partidos y los otros equipos te aguantan. Nos dimos cuenta de que nos quedamos sin resto.

–¿Se siente que les juegan de otra manera por ser Talleres?
–Es muy elocuente. Hay equipos que con un empate salvan el semestre. Cualquier otro resultado es una proeza. Si pierden con Talleres no pasa nada.

–¿Padeciste el rendimiento defensivo del equipo?
–Creo que hubo muchas suspensiones, lesiones y cambios. Piensen si hubo alguna que se repitió tal cual. Siempre fue variando y nunca fue consistente.

–Lo que viene será tremendo.
–No me quiero imaginar. Estamos todos muy comprometidos. Después no debe haber excusas. El objetivo principal es la pretemporada. Tenemos que estar unidos, hablar con Sialle, cumplir con todo lo que nos pida.

–¿Qué le falta al vestuario?
–Es muy difícil manejarlo con los chicos, que están absorviendo una presión muy grande. Los grandes que no sabemos como pueden reaccionar ellos a lo que vos le digas. Unión no falta. Nos falta un poco de conocimiento entre nosotros, más confianza. Creo que también eso habrá que trabajarlo en la pretemporada.

–¿Es saludable que se hablen?
–En todos los aspectos de la vida alguien te tiene que decir algunas cosas que estás haciendo bien o mal y, si alguien no te lo dice, no te das cuenta.

–Son frontales...
–Bastante, si hay que hablar se dicen las cosas. Y más si se trata de un compañero de decirle “no seas boludo por esto o lo otro”. Igual uno tiene que manejar ciertos tiempos y tener tacto. Hay distintas personalidades entre los compañeros. Hay algunos que si los insultás se levantan con todo. Y hay otros que se bajonean feo.

“Con Olave nos conocemos”. Si algo tenía para sorprender Michael Etulain en la charla de balance de año con Día a Día es que ha compartido momentos fuera del fútbol con una de las figuras del año: el 1 de Belgrano, Juan Carlos Olave. “Tenemos un par de amigos en común y nos hemos cruzado y hablamos. Somos medio vecinos”.

–¿Con todo lo que le ha pasado a Belgrano sentís envidia?
–No, mirá de Belgrano capaz que vi un partido, no más… Tenemos una buena relación con Juan Carlos y hay un gran respeto. Hablamos de cualquier cosa menos de fútbol, ja.

–¿No sabés nada de Belgrano?
–No, he tratado de entender que estamos en nuestro mundo que es el Argentino A. Nosotros estamos compenetrados en esto. Me parece que nos está pasando factura que Belgrano esté en Primera y que Instituto sea puntero en el Nacional B y nosotros remándola. El hincha ve eso y nos vuelca eso mismo a nosotros.

–Les juega en contra…
–Sí, nos juega en contra y no hay por qué no decirlo. Nos juega en contra que Belgrano esté en primera y que Instituto sea el líder de la B Nacional. Y uno tiene que entender más que nunca lo que hoy siente el hincha de Talleres.

–Se entiende entonces eso que el hincha esté como está…
–Muy entendible. No es para nada lindo para nosotros que Belgrano, tu clásico rival, esté en la máxima categoría y bien. Es atendible esto que está pasando y hay que entender al hincha. Su impaciencia es entendible, su bronca, su amargura. Creo que también nos está pasando factura lo que hicieron antes otros procesos, pero esta es nuestra realidad y hay que asumirla para salir de ella.

–¿Qué le deseas al hincha para el 2012?
–No estamos en condiciones y no somos capaces. Lo único que queremos es que ellos puedan salir de esto, tanto como nosotros. Creo que sabemos qué nos estamos jugando y tenemos que tomar conciencia que ellos son los que más necesitan de esto.