El ex Alumni hizo dos goles y Díaz cerró el triunfo, ambas referencias del ¿nuevo? Talleres de Bianco, que creció a partir del juego de Pereyra y el debutante Carabajal. El Verde amenazó con el 2 a 1 de Aróstegui, pero se quedó.

Flotaba la exigencia en el Kempes. El “ganar como sea” cotizaba alto. Se palpaba y se respiraba en el Mundo Talleres. Era insoportable. Se tomaba o se dejaba. Pero puertas adentro, la expectativa del primer triunfo, cumplida con el necesario 3-1 sobre Sportivo Belgrano, escondía otros planes.

Ahí parecía que el “ganar como sea” tenía estaciones previas. La disposición en escena de un nuevo equipo, con más de lo que había que de lo que vino, implicaba una apuesta al juego, antes que perder la compostura con pelotazos a la nada.

Ramiro Pereyra, Agustín Díaz y el debutante Gabriel Carabajal, tres “10” llamados en tercera instancia para generar el juego faltante en el 1-1 inaugural con Libertad y en el 0-1 con San Martín de Tucumán.

Y le salió un triunfo de manual. Como aquel Estrada del primario, que todos querían por lo bonito y porque decía todo lo que era necesario conocer y aprender. En el fútbol, esos manuales no se compran en ningún lado. Se aprenden, se saben. Viven en lo implícito y Talleres tuvo la marca de su propio escrito: Strada, Román.

El ex Alumni de Villa María hizo dos goles que fueron bien concebidos. En el 1-0, hizo un pase a la red, al llegar vacío tras una combinación de Pereyra y Sebastián Sáez; en el 2-0, Strada “la colgó” sobre Rodrigo Barucco, tras otra gran intervención de “Rama”.

El 2-0 a los 20 minutos de juego hizo que en la platea se golpearan el pecho los dirigentes que insistieron con la incorporación del ex Alumni y los 20 mil hinchas de la “T” (cifra que dio el Fondo de Inversión) presentes en el Mario Kempes.

La misma circunstancia preocupó sobre manera a todo Sportivo Belgrano, a los 1.500 hinchas que habían en la popular Luis Fabián Artime y hasta al intendente sanfrancisqueño Martín Llaryora.

El modelo Bianco (versión dos, con Cosaro, Carabajal, Díaz y Pereyra) le dio un plus identificatorio a un equipo con algo más de la casa que el foráneo que vio la luz en fechas anteriores. Y también fue de manual lo de los tres “10”. Les cambiaron la cancha, pero hicieron pesar sus condiciones y se juntaron.

Carabajal (nacido en Lozada, 20 años) fue un volante derecho que desbordó, llegó y le pegó al arco. Varios recordaron los inicios de “la Chancha” Albornos, presente en el Kempes. “Yo era enganche y me pusieron de ‘8’. Me las arreglé”, recordó el propio Albornos. ¿Pereyra? Mediapunta, delantero, entre otros puesto. Siempre asistió y preocupó. ¿Y Díaz? De doble “5” cumplió cuando se puso de frente a la pelota y llegó al área.

Sportivo amenazó. Talleres perdió las páginas de ese manual imaginario en el inicio del complemento cuando Sportivo logró el 1-2 con un golazo de Juan Manuel Aróstegui (sombrero a Michael Etulain), tras una exquisita habilitación de Damián Felicia. Y luego el propio ex Talleres e Instituto se perdió el empate.

Ese despertar se combinó con los reclamos por un supuesto fuera de juego en el 1-0, una plancha de Pereyra en el 2-0 y un gol anulado a Aróstegui por falta a Etulain.

Talleres recuperó el color con el gol de penal de Díaz, jugada de Riaño y expulsión a Martín García, luego de que “el Tin”, el rubio y Sáez erraran ante Barucco. Se cerró el capítulo del primer triunfo, con el manual Strada. Se abre el de la Copa Argentina, el miércoles con Juniors. Nacen nuevas exigencias. Mundo Talleres.