El equipo de Bianco perdió 1-0 con San Martín. Patricio Rodríguez metió la mano izquierda y dejó sin nada a la “T” a seis minutos del final. El partido era parejo, pero el complemento albiazul fue muy malo.

En un contexto caliente y con las secuelas de la crisis institucional que atraviesa, por la situación judicial de su presidente, Rubén Ale, San Martín terminó anoche consiguiendo frente a Talleres un triunfo que no merecía. Quizá ayudado por la mano que cometió Patricio Rodríguez en el postrero gol, pero que sirvió para castigar el amarretismo y las precauciones con las que Talleres afrontó el cotejo y la tibia insistencia del Santo tucumano para no irse con un empate insípido en su debut como local en el Argentino A.

Ante mucho menos de la mitad de la gente que lo seguía en la Primera División y en la B Nacional, y con el boicot de una buena parte de su hinchada, que decidió no ir a ver el partido y escucharlo por radio en la Plaza Independencia, exigiendo la renuncia de la actual comisión directiva, San Martín se llevó demasiado premio anoche, pero ciertamente ayudado por la pasividad de un rival cordobés.

Los tucumanos vivieron ayer el primer día de vida política, después de una profusa e intensa campaña preelectoral con vistas a las elecciones del próximo domingo de gobernador y legisladores nacionales. También por eso se resintió la concurrencia a la Ciudadela, que en tiempos no muy lejanos rebosaba de público y gozaba de las mieles por la presencia de su equipo en los torneos superiores de AFA. Hoy, esa misma gente está desilusionada y golpeada; no digiere fácilmente el descenso al Argentino A y en eso se asemeja a lo que le sucedió a Talleres, cuando dos temporadas atrás bajó al infierno de esta categoría.

La prueba del disconformismo de la hinchada estuvo en las gradas semivacías y en el esporádico aliento de los hinchas “cirujas” para su equipo, el más importante del interior del país junto a Talleres.

Para el observador, ver a semejantes instituciones jugando el Argentino A es difícil de aceptar. Y para Talleres no lo es menos, ya que su hinchada no pudo concurrir anoche, por lo que dispuso la Policía tucumana en virtud de los graves antecedentes entre ambas parcialidades, que inclusive cuenta con un hincha albiazul muerto (Roque Villarroel, en 1993).

Volviendo a lo deportivo, Talleres deberá rever la forma tan cautelosa en la que asume los partidos como visitante. Anoche, con todo servido en bandeja para irse con el triunfo u habiendo pegado dos tiros en los palos (Riaño y Pomba), terminó lamentando una caída que no estaba en los planes de nadie apenas empezó el partido. Un prólogo malo para el partido con Sportivo, a jugarse el domingo 4 de septiembre y con Luciano Precone lesionado.

El manotazo de Patricio Rodríguez lo dejó sin nada a seis minutos del final y a su DT preocupado. “Tengo bronca. Podríamos haberlo ganado. San Martín no fue más. No tuvimos precisión en los centros. Me gustó el equipo del inicio; el complemento no fue bueno.

Intentamos con Pereyra, pero se perdió una pelota en la salida y terminó en el gol”, dijo Bianco. Y tuvo razón.