Un click en la T. La concentración del DT y sus jugadores dio sus frutos. González Barón vivió algo especial.

El vértigo se expresa hacia todos los sentidos en barrio Jardín. Desde las tribunas a la cancha. De los hinchas a los jugadores. De los dirigentes hacia la gente y así en diversas direcciones.

En ese contexto de confusión por el que viene pasando el equipo albiazul, uno de los heridos en la trinchera resultó el defensor Jorge Ignacio González Barón.

Llegó como refuerzo pedido por Héctor Arzubialde para jugar de 3. Pero fue stopper y volante y la terminó pasando feo. Ya resistido, se comió una lluvia de reprobaciones por parte del hincha albiazul.

La cuestión es que las malas actuaciones se lo comieron a Arzubialde, llegó Coleoni y parece que su vida comenzó a experimentar un giro en este Talleres de brasas calientes.

“Perdimos lo que teníamos que perder y ahora tenemos que pensar en que por suerte el sábado hay revancha”, expresó el González Barón a Día a Día.

Es que todo fue como un piano sobre la cabeza: “De jugar de titular en la cancha de Talleres, lamentablemente no me fue de la manera que pensaba. Igual estoy capacitado para ponerme esta camiseta”.

– ¿Querés cambiar esos silbidos del partido pasado por aplausos y reconocimiento?
– Cuando llegué acá tenía una ilusión muy linda que era venir a jugar a un equipo grande. Nunca me había pasado esto de tener 15 mil personas que te insulten. Estoy de acuerdo que insulten o puteen porque laburan toda la semana para juntar 30 ó 40 mangos para venir a verte y vos, de repente, no le devolvés la aspiración que ellos tienen. Uno trata de dar lo mejor. Puedo jugar mal, bien o regular pero que no te reconozcan el esfuerzo, me duele mucho.

– Vas a jugar en tu posición natural...
– Sí, jugaré en la posición en la que jugué toda mi vida. Soy de irme mucho al ataque que es lo que me pide el técnico nuevo. Con él tuvimos una charla muy linda en la concentración. Duró como una hora y pico donde hablamos muchas cosas que yo necesitaba hablarlas. Cosas que uno tiene adentro, que no las habla con nadie. Nos dijimos cosas que yo nunca pensé que las podía hablar con un técnico. Me brindó una seguridad extraña. Nunca pensé que la charla con un entrenador se iba a dar de esa manera. Hablamos de que crea en mí, en lo que puedo dar al equipo. Espero que cuando vuelva a entrenar, la gente en vez de insultar o silbarme, venga y me dé un abrazo, me den la mano y me digan: “La verdad, uruguayo, te felicito. Estábamos equivocados”.

– Se nota que fue muy especial lo que te dijo Coleoni.
– Fue una charla muy linda. Tengo a mi señora y mi hijo acá. Tengo a mi mamá en Uruguay, lejos y uno extraña esas cosas. Y necesita un hombre que te preste un oído. Se dio una charla linda, íntima. como si nos conociéramos de toda la vida, como si fuera un pariente mío. Me sirvió de mucho desahogarme de cosas que no las hablaba con nadie y que, por ahí, me tenían atado a un montón de cosas y después de hablar con el técnico me fui a acostar tranquilo, confiar en lo que hago, si lo que hago tiene que estar bien. Ahora ya está, borrón y cuenta nueva. Hay que pensar en levantar cabeza, ganar todo lo que queda y que en tres meses estemos ascendiendo, si Dios quiere.

Y el DT recogió el guante. La semana ya había pasado. Ya estaban prestos a viajar a San Luis. Coleoni almorzó en el Hotel del ACA, donde se armó el búnker de estos días para el Albiazul.

Y, a pesar de que se guardó muchas cosas, tiró algunos datos de qué habló con sus jugadores, en especial con el defensor uruguayo.

“Es un jugador que no estaba en su mejor momento y a nadie le gusta que lo maltraten. La charla fue muy buena, es un jugador que le costó mucho estar acá. Hay que apuntalarlo y viene haciendo unas prácticas bárbaras. Yo le expliqué qué quiero, mirándolo a los ojos. Yo sé que puede dar mucho más porque tiene buen porte, buena técnica, tiene buena pegada. Ojalá se sienta fresco y con ganas”, cerró el entrenador antes de subir al colectivo y de comenzar a meterse de lleno en el encuentro de hoy, en el que Talleres necesitará mucho del defensor uruguayo, ese que se fue con la cabeza pensando en que habrá revancha.