Cantó el polaco en B° Jardín. Con una jugada magistral del Gringo Gianunzio, la T selló un triunfazo frente a Maipú.

Yo sé que estás piantao Talleres. Porque tenés ese qué se yo en este Argentino A, ahí donde tu queja de bandoneón te lastima hasta el gargajo. Pero tenés un Polaco que te puede cantar en medio de esos versos tan tristes. Y hacía falta que este Polaco dueño del sacrificio que te hiciera delirar con esa estrofa de talento, necesaria para acallar las quejas. Hizo falta esa metáfora en un taco. Y sellar un triunfazo. Los viejos dicen que hay que sufrir para saber valorar. Anoche Talleres padeció a un atrevido Maipú que amagó con arruinar el regreso a la Boutique. Pero nada de eso pasó. Porque Talleres tuvo en las tribunas el peso de la historia y el corazón para abrir un partido cruzado ante el Cruzado. Y fue por la pelada de Rezzónico y la maestría de Gianunzio que desató el delirio de un pueblo que se fue saboreando la clasificación a la siguiente instancia. Un 2-0 que arrancó sonrisas y que terminó por abrazar a una noche inolvidable.

El fervor desde las tribunas no fue el mismo idioma que hablaron los jugadores albiazules. El primer tiempo le dio vuelta la cara de entrada y nunca pudo hacer pie. De movida, Maipú se paró en su terreno y le quitó la pelota. Con Seba Coria manejando la bocha, la T se vio superada y escasa de ideas. A los 9 minutos, Coria quedó mano a mano con Crivelli y su remate se fue besando el caño derecho de Crivelli. A esa altura, la defensa de la T evidenciaba falta de coordinación y varias dudas. Enzo Imbesi le ganaba el duelo a Gianunzio que corría mucho para recuperar poco. Solo de ratos Talleres asumió el protagonismo. Con Zárate movedizo, más algún desborde de Anívole inquietó un poco más aunque sin gravitar.

Por arriba, a los 31, Diego Dalpoggetto casi estampa el primero para la vista pero su cabezazo se fue apenas desviado. Más tarde, un chutazo de Benítez exigió al 1 albiazul. ¿Y Talleres? Pocas monedas. Con Sacripanti y Aranda aislados, con Pieters tímido por derecha, los caminos fueron pocos y complicados. Sin embargo, la T pudo romper el cero a los 24 con dos disparos de Zárate pero le ahogaron el grito de gol abajo del arco. Luego, Adrián Aranda pudo desnivelar pero la pelota bordeó toda la línea y por el segundo palo Sacri apareció y tampoco pudo darle dirección. Ramiro Vélez por derecha y Parisi por izquierda, le ensancharon la cancha y fue un dolor de cabeza. El PT se fue con una sensación de inconformismo generalizado.

Por arriba. Maipú pareció que iba a comérselo otra vez. Crivelli tuvo que volar para despejar un centro envenenado. Pero fue un susto nomás. A los seis minutos, un tiro libre quirúrgico de Zárate encontró la pelada de Rezzónico que la mandó a guardar. 1-0 y a cambiar la cara. La T fue por más. Anívole casi lo grita pero la caprichosa se fue piropeando el palo del arquero Olguín. A los 20 llegó la explosión. Combinación perfecta entre Aranda y Gianunzio, con paredes a base de tacos.

Uno exquisito del Polaco, con devolución magistral del Bati. Y al final, el volante definió por abajo del cuerpo de Olguín y el 2-0 para silenciar los fantasmas que eran la muestra cabal de que el equipo no estaba jugando bien.

Maipú jamás pudo reponerse del primer gol. Talleres, con el ingreso de Marcos Azurra por Pieters, terminó por inclinar la balanza. Lo tuvo Aranda, solito, pero le dio fuerza y la bocha se fue por arriba del travesaño. A los 43, Zárate casi la coloca ante la volada estéril del 1 visitante.

A esa altura, Talleres empezó a justificar la diferencia y el resultado. El equipo quedó más corto con el primero y no hubo sofocones. Además, la tranquilidad por la ventaja hizo que terminaran de asentarse en fondo y todo cambió. La visita pareció claudicar antes de tiempo. Como si le hubieran dado un golpe al mentón para dejarlo tirado en la lona. Y Talleres terminó por agrandarse, aún sabiendo que su superioridad creció con los goles.Ypudo aumentar la cifra.

El final encontró al local en una armonía desconocida, que jamás pensó capitalizar. Porque la noche venía pintaba complicada. Pero allí apareció el pasado de gloria que dormía en la Boutique y la noche inolvidable que habían ido a ver tuvo el mejor final. Un Polaco que enfiló sus estrofas que sellaron la victoria. Justa para que sea una balada inolvidable para tantos locos.