Demoledor. Por su poder ofensivo, Talleres goleó 4-1 a Juventud se escapa en la tabla de posiciones.

Es un modo de vida. Es una identidad conformada por un ADN indeleble. No importa rival, no importa circunstancia, no importa contexto. Los rumores sobrevolaban el domingo de un Talleres que parecía más metido en las charlas fuera de la cancha que en lo que podía ocurrir con el equipo dentro de ella. Las dos derrotas en fila que acarreaba cobraban una vida que superaba la dimensión de lo lógico y la necesidad de volver a ganar se gestaba en imperiosa. Pero Talleres tiene su ley. Una que le permite ser. Ayer, volvió a recorrer ese camino de la mano del elemento más preciado en el fútbol y que se encuentra en el equipo albiazul como una mina inagotable. La T vive y manda por sus golácticos.Talleres victimizó a un Juventud Unida Universitario que buscó ser mucho más de lo que apenas pudo plasmar. El equipo de Arzubialde goleó 4-1 y le dio vida a un felices fiestas para pasarlas con el orgullo de domar la cima de la Zona 2 como nadie más sabe hacerlo. Otra vez, la llave fue su contundencia.Mirá. Se dejó ver el partido. Y eso ocurrió porque Juventud no se replegó, como marca el triste dogma actual de los visitantes. Los de Teté salieron a presionar con tres delanteros (Albarracín, Bustos y Husaín)dispuestos a atorar en la salida a los dueños de casa. Y Talleres se incomodó. Pero en la pelota parada la T encontró su recurso para mostrar sus intenciones de hacerle pasar una mala tarde a Brasca. Un tiro libre de Díaz y una larga serie de córners levantaron el aplauso y el credo de los hinchas.

Eso le dio ímpetu a los albiazules. Y los toques del Tin y la movilidad de los delanteros sumaron porotos. A los 16 minutos, jugada de Riaño, centro de Pieters y Díaz, cerca del punto penal, definió débil. A los 19, Combinación Díaz-Riaño-Díaz y Brasca salió justo a atorar al volante, que se relamía de gloria.

Del otro lado, la visita mostraba buenas intenciones y malas ejecuciones, aunque a los 16 tuvo una muy clara, con un cabezazo de Bustos que rozó el travesaño. Esa jugada marcó un decaimiento en Talleres. Fernández y Heredia se adueñaron del medio y cortaron la zona de creación local. Y a los pelotazos del local los controló con el achique. Ese desconcierto cordobés casi lo pagó caro a los 33. Una mala salida del fondo de la T le dejó la pelota servida a Herrera, quien entró al área solo, pero sin convicción. Crivelli sostuvo el cero.

En el cierre, Anívole comenzó a descubrir que el partido podía ser para él. Un centro pasado le cayó entrando al área chica, pero dudó en la acción y se le fue por el fondo. "Despertate, Pocho", dijeron algunos. Y Anívole los escuchó.

Poder con el poder. Talleres lo demolió en el complemento al conjunto puntano. A los 4, Anívole jugó. Pasó casi desapercibido en el primer tiempo. Pero devolvió. Y con creces. Jugada del zurdo por izquierda, pase gol para Riaño, tapó Brasca y en el rebote el Pocho comenzó a escribir su historia. 1-0 y otro partido. Ese que le gusta a Talleres. Ese en el que siente que tiene espacio para aprovechar su insaciable afán de goles. La apertura del marcador hizo mejor equipo a la T, porque ganó en confianza. Las opciones empezaron a llegar y vino el vendaval. Del otro lado, dudas. Y en una de ellas, Riaño gritó gol. Fue a los 22, tras dejar en el camino a Brasca. A los 31, Claudio giró en el medio y le dio a Seri la chance de tocar su primera pelota. Tras larga carrera, volvió a quebrar la resistencia de Valentín. A los 37, jugadón de Monay, centro y Anívole gozó del beneficio del bajólosbrazos de Juventud. Sólo quedó tiempo para el anecdótico tanto visitante y la expulsión de Riaño.

Fue otra vez Talleres. Por el poder de sus golácticos.