El frustrado arribo de Sachetto puso en guardia al DT, quien se hace responsable absoluto de la elección de los refuerzos en Talleres.

Con el alejamiento de Andrés Rebottaro como DT del equipo a principios de julio, cuando el plantel ya había iniciado su preparación para el presente Argentino A, y la contratación de Héctor Arzubialde como su reemplazante, Talleres tuvo un desafío de proporciones a la hora de contratar los refuerzos para la actual temporada.

La desilusión que causó en su hinchada la eliminación del reducido final del torneo anterior y el la inyección de dinero que significó la constitución del Fondo de Inversión, puso al ex entrenador de Gimnasia y Esgrima de Jujuy en la necesidad de no equivocarse en la elección.

Con Rebottaro había llegado Emiliano Gianunzio y de la mano del fideicomiso se contrató al zaguero Juan Pablo Rezzónico, quien venía de varios años de jugar en el ascenso español y al que se le había perdido el rastro en el fútbol cordobés.

Arzubialde decidió que no cedería al lobby de los intermediarios y planteó una cruzada para subirle el pulgar a quienes llegarían. Quería jugadores hechos, curtidos en la B Nacional y en el Argentino A y, si era posible, que él hubiera dirigido.

Así arribaron dos que tuvo en el Lobo jujeño, como Fabio Pieters y Gabriel Ruiz; el arquero Federico Crivelli, con quien el Fondo había empezado a negociar y era el mejor arquero de la B Metropolitana; Víctor Cejas, un destacado volante diestro del Argentino A; Walter Ribonetto, con toda su carga de experiencia en Primera División, y Claudio Riaño, delantero cuyas virtudes despuntaron en Deportivo Lasallano y Racing de Nueva Italia.

Con todos la pegó, más allá de los altibajos propios de quienes no conocían el Argentino A y debían hacer “la colimba” en la divisional. Es un mérito que todos le reconocen a Arzubialde, pero que no lo exime de la responsabilidad que tendrá al definir los cinco refuerzos que llegarán para la última parte del campeonato (son cuatro, pero por la lesión de Cejas puede sumar uno más).

Deberá tener pie de plomo para definir al reemplazante de Cejas, quien estará seis meses sin jugar por una operación de rodilla, tras morder el polvo con el frustrado arribo de Nahuel Sachetto (podría pedir dos volantes derechos, ya que el juvenil Jeremías Zenón también sufrió una lesión similar).

Arzubialde también pediría un enganche para suplir a Ramiro Pereyra (se operó una rodilla y no jugará el resto del certamen), un lateral izquierdo y probablemente otro marcador central, si a Walter Ribonetto no lo convencen de operarse de una lesión plantar en un pie.

Balance

Federico Crivelli. El arquero es el refuerzo de mejor rendimiento en Talleres, si se tiene en cuenta que jugó los 10 partidos y siempre respondió bin. Su promedio es de 6,10, según las calificaciones de Mundo D.

Gabriel Ruiz. Otro con asistencia perfecta. Arrancó mal en el debut ante Sportivo, pero después enderezó su rendimiento.

Juan Pablo Rezzónico. Frente a Desamparados, en la cuarta fecha, tomó la titularidad y no la soltó más. Un pilar en el fondo.

Walter Ribonetto. El ex Lanús, Quilmes y Rosario Central empezó fuera de forma física, pero después se asentó e hizo

Víctor Cejas. El volante derecho fue el más regular junto a Crivelli. La lesión en un una rodilla que lo dejará seis meses sin jugar complica al DT albiazul.

Emiliano Gianunzio. Otra pieza clave para el equipo. Arzubialde no tiene otro volante central “rompedor” de juego como él.

Fabio Pieters. Un polifuncional. No luce, pero jugó ocho partidos, en distintos puestos del medio campo, y cumplió.

Claudio Riaño. La expulsión de Aranda en la quinta fecha hizo que Arzubialde le diera la chance y no la desaprovechó. Señaló cuatro tantos y le ganó la pulseada al “Bati”.