Talleres vapuleó 3 a 0 a Racing y estiró a tres puntos de distancia su liderazgo, justo en el aniversario 97º del club. Pereyra, Pieters y Sacripanti gritaron para la “T”. Preocupante expresión de la “Academia”.

Una orquesta fue Talleres en el Estadio Córdoba, donde evidentemente le sienta como una fortaleza. En un clásico muy hablado y polémico en la previa, a la hora de jugar sólo prevaleció la idea futbolística del albiazul y por eso los tres puntos viajaron a barrio Jardín. Fue 3 a 0, pudo ser mayor la diferencia pero de todas maneras, sorprendió a propios y extraños la abrumadora superioridad de jerarquía, coyuntura y estructura de un equipo sobre otro.

De nada sirven ahora los lamentos para los de Nueva Italia. Más allá de que no oficiaron de local en su reducto y toda la parafernalia que se generó en la antesala del clásico, no hay pretextos que puedan justificar la pobrísima expresión que ofreció en cancha. La derrota fue lógica. Por contrapartida, Talleres le propinó un golpe ante cada equivocación del rival, y con oficio y pragmatismo, edificó una victoria que invita a la ilusión.

De entrada, los dos equipos intentaron agredirse. Como ocurre seguido en estos antecedentes entre Racing y Talleres, el oportunismo fue clave. Ya Fabio Pieters había despintado el travesaño de un zapatazo desde 30 metros, pero fue una desinteligencia de la última línea “Académica” la que le dejó servido el gol, porque Claudio Riaño, la figura de la tarde (participó en los tres gritos), peleó una pelota prácticamente perdida a los 9’y de ese aprovechamiento, vino el gol de Ramiro Pereyra, con una picardía en el área ante la estática reacción del “local”.

Con más orgullo que juego, los albicelestes fueron por respuesta a su vergüenza. Y cuando vino el segundo gol del “visitante”, se terminó de desdibujar por completo. Fabio Pietres, a los 39,’, aprovechó una habilitación de Lisandro Sacripanti y la mandó a la red.

Racing fue puro desconcierto. Una impotencia graficada en estériles intentos individuales. Casi nunca abrió la cancha, pocas veces quiso tener circuito colectivo. Y careció de orden y concentración, lo que sorprende teniendo en cuenta que su DT Marcelo Bonetto, es un obsesivo en ese rubro.

Sin dudas, para la “Academia” Talleres representa un estigma. En el Argentino A, en seis duelos, hubo tres derrotas y tres empates. 20 años pasaron del último festejo ante los de barrio Jardín. Y los albiazules, obraron con oficio. Le cedió el balón al rival, lo esperó a que se equivocara (sistemáticamente) y de contragolpe, lo hizo parir. El gol de Sacripanti fue todo a cargo de Riaño, poniendo en ridículo a los hermanos Fernández. En realidad, Racing hizo papelones dentro de la cancha, y en la previa, con tantos entretelones. Talleres se concentró en su objetivo, y ahora nuevamente goza en la soledad de las posiciones, para que el pueblo albiazul siga de fiesta, justo en su cumpleaños 97.

“Nosotros ganamos en la cancha. Estuvimos preparados y capacitados para jugar y ganar en cualquier campo”. Héctor Arzubialde

“No sé si el 3-0 le queda bien al partido, pero lo cierto es que Talleres fue muy superior a nosotros, es la realidad”. Marcelo Bonetto