Con un enorme regreso de Ramiro Pereyra, Talleres superó por 3-1 a Alumni. Pese a jugar con un hombre menos en gran parte del partido, es líder del Argentino A y todo barrio Jardín se ilusiona.

Talleres se va encontrando con su responsabilidad y su objetivo. Luchó contra varios obstáculos al encontrarse temprano en desventaja y después en inferioridad numérica. Sin embargo, el equipo albiazul sacó pecho y en una nueva muestra de carácter, supo revertir la situación. Le ganó fácil a Alumni de Villa María, por 3 a 1, con una actuación estelar de Ramiro Pereyra, en su retorno a las canchas, y llegó a la cima de las posiciones en la Zona 2 del Torneo Argentino A, jugadas las primeras cinco fechas.

El panorama no era alentador para el elenco de barrio Jardín. Visitante sólo en los papeles en la calurosa tarde del Estadio Córdoba, recibió una bofetada que lo dejó atónito desde el vamos. A los 8 minutos, el arquero Javier Espeche sacó desde su meta y casi sin proponérselo, lo dejó cara a cara a Carlos Herrera con Federico Crivelli. Y el delantero no perdonó, con un remate furibundo, abrió la cuenta. La pelota sorprendió a todos, sobre todo por la buena imagen que dejó la defensa de Talleres ante Desamparados en la fecha pasada.

Y la atmósfera amenaza con empeorar. La oscuridad estaba cerca. A los 38 minutos del mismo primer período, el delantero Adrián Aranda le cometió una infantil patada al golero de Alumni en un cierre, y se fue temprano a las duchas. Con 10 jugadores, muchos hinchas empezaron a resignarse con una derrota, masticando la bronca de lo que devolvía el equipo dentro del campo de juego. El partido era malo, agobiado por una letanía insoportable, con imprecisiones y la escasa ductilidad de los protagonistas. Con 11 hombres y el resultado a favor, la lógica indicaba que los de Villa María, con solo jugar de manera inteligente, edificarían su primer triunfo del torneo. Pero por el contrario, retrocedió y lo terminó pagando.

Es que el técnico albiazul, Héctor Arzubialde, hizo su apuesta más que arriesgada. Ingresó Ramiro Pereyra, plantó línea de tres en el fondo, y adelantó a Ricardo Marín a la izquierda del mediocampo. Pereyra fue el as que tenía guardado bajo la manga. El enlace no sintió los cinco meses de inactividad por su lesión en el hombro derecho, y se vistió de héroe. No obstante, fue necesario un quedo de la defensa de Alumni para que Talleres llegue al empate. A los 42 minutos, un centro de Víctor Cejas y un despeje a medias de Espeche, le posibilitó a Walter Ribonetto, de bolea, mandar la pelota a la red para alcanzar la igualdad.

En el complemento, apareció en todo su esplendor Pereyra y la historia cambió. Dos golazos para liquidar el pleito. A los 5 minuto, después de combinar con Lisandro Sacripanti (otro de los destacados de la tarde) y a los 31, con enganche en el área incluido, Pereyra hizo la diferencia.

Talleres hilvanó su tercera victoria consecutiva y está en la cima, una realidad más acorde a su historia y sus pretensiones.