Pereyra volvió luego de 5 meses tras operarse el hombro izquierdo y la rompió. Dos goles y jogo bonito para un regreso de película.

Las piezas se fueron acomodando de a poco, como si todo se tratara de un enorme e interminable rompecabezas. Como capítulos de una historia que seguramente fueron escritos de antemano por los dioses del fútbol. Como una de esas películas conmovedoras en las que, de pronto, el muchachito del filme emerge heroico de las profundidades más oscuras para tocar el cielo con las manos, viajando con la velocidad de un tren bala desde lo anímico para pasar del bajón total a la algarabía máxima. Al éxtasis.

Porque antes del “Ramirooo, Ramirooo” que el estadio Córdoba reprodujo estruendoso, reconociendo la tremenda actuación del enganche en el triunfo 3-1 de ayer sobre Alumni, hubo una historia mucho más triste que no muchos conocen. Una en la que Pereyra no sonreía. No disfrutaba. No gozaba.

Cuenta la gente de su círculo cercano que el santiagueño estaba abatido. Desganado. Desahuciado. Que la luxación completa de hombro izquierdo que sufrió cinco meses atrás, en un encuentro ante Estudiantes de Río Cuarto en el Chateau por la temporada pasada, fue un cachetazo demoledor para su ánimo. Claro, en aquél entonces esa lesión lo dejaba sin la chance de jugar la Fase final cuando estaba en su mejor momento.

Pero Ramiro se levantó. Se operó el hombro y, cuando todo el plantel disfrutaba de sus vacaciones, comenzó un laburo de hormiga con el kinesiólogo Pablo Renzi para acelerar su regreso. Para volver a vestir la azul y blanca. “Fue un trabajo que nunca vio nadie, hacíamos turnos y contra turnos de rehabilitación. Fue muy duro contenerlo, se quedaba afuera de las instancias finales y estaba muy triste, pero salió adelante. Le puso mucho esfuerzo y hoy se ven esos frutos. Es muy gratificante recibir mensajes de agradecimiento y reconocimiento por haber formado parte de su proceso de recuperación, pero lo que más rescato es el abrazo que me dio cuando hizo el primer gol”, le dijo Renzi a Día a Día.

Porque a ese Pereyra que ayer fue figura indiscutida de un Talleres que hoy es puntero, todos lo esperaban, sí. Incluso el entrenador Héctor Arzubialde, quien pedía a gritos un número 10 que pueda reemplazarlo (y que nunca llegó).

Pero lo cierto es que nadie lo imaginaba tirando gambetas apenas en la quinta fecha, ya que su vuelta se adelantó casi un mes. “Veníamos previniendo que podía recuperarse antes. Hacíamos trabajos de simulación de caídas en colchonetas para que vaya perdiendo el miedo a la lesión y se adaptó rapidísimo. Hoy jugó muchos minutos y se lo notó en gran estado. No desentonó en lo físico”, explicó Renzi.

Rama, en llamas. Conociendo entonces esta parte de la historia se puede comprender entonces cómo hizo ese morochito que cumplió 25 años este viernes (¡qué pedazo de regalo que se hizo!) para entrar a los 24 minutos del primer tiempo por el lesionado Anívole y para dejarla chiquita en los 60 y pico restantes. Para marcar dos golazos y para ser el líder futbolístico que, al menos hasta ahora, Talleres no había encontrado en el torneo.De entrada nomás el enlace que vistió la casaca 16 la pidió, parándose a espaldas del doble 5 del equipo de Villa María. Encaró un par de rivales y lo bajaron. Ahí nomás un compañero perdió la bocha y se tiró al suelo para recuperarla. Estaba enchufado. A él le cometerían luego la infracción que derivó en el empate de Ribonetto y él sería el héroe indiscutido del duelo mandando a la red el segundo y el tercer gol del Albiazul.El primero de su cuenta personal llegó a los 5 minutos del complemento. Rama habilitó con un toque sutil a Sacripanti, el Loco se la devolvió y el santiagueño sacó un derechazo bajo que hizo estéril la estirada del arquero Esteche.

Y luego llegaría la frutilla del postre. Recibiendo una pelota por la franja izquierda, el santiagueño dejó pagando al lateral derecho Hugo Yocca con un enganche hacia adentro y sacó un balinazo que explotó en la red y en las gargantas de los fanas de Talleres. Golón.

“Fue demasiado lo que me pasó. En realidad, no me lo imaginaba. Pensaba que no iba a estar porque habíamos concentrado 19 jugadores y uno tenía que quedar afuera. Yo no venía concentrando pero bueno, se me dio tener mi chance en el banco, entrar y terminar el partido así. Estoy muy contento”, diría en la zona baja el volante que suma 7 goles y 45 tantos en la T.

“Me sentí cómodo, me sentí muy bien, pero todavía tengo que mejorar en lo futbolístico y en lo físico. Hoy me acuerdo de la gente que siempre estuvo cerca, que siempre me apoyó. De mis amigos y de mi familia, que me bancaron en un momento tan difícil como el que pasé”, agregaría luego el héroe de la jornada, ese que pasó de jugador borrado a titular el campeonato anterior de la mano del ex técnico Roberto Marcos Saporiti.

Pero si de técnicos se trata el que también lo bancó su Arzubialde. “Fue fundamental su ingreso. Teníamos en los planes que juegue, pero no tanto tiempo. Sin dudas es una carta desequilibrante en cuanto cambio de ritmo, generación de fútbol y llegada al gol”, tiró Arzu.

Todavía suena el eco de las ovaciones para Pereyra. Ese hombre que se puso el equipo al hombro ayer para que Talleres siga derecho.