Talleres sacó pecho en San Juan y derrotó 2-0 a Desamparados, que llegaba puntero. Le sirve para traer alivio y un poco de ilusión. Alcanzó el segundo escalón de la tabla. Cejas y Riaño, los autores de las conquistas.

San Juan – Especial.- Una prueba de carácter superó Talleres aquí. Su hinchada le había hecho reclamos la semana pasada cuando apenas derrotó a Juventud Unida de San Luis con ventaja numérica, y eso sin duda hizo mella en el ánimo del cuerpo técnico y de los propios futbolistas. Tuvieron su premio: batalló y no claudicó nunca, por eso el triunfo que logró ante el hasta ayer puntero de la zona: Desamparados. Fue 2 a 0, merecido más que nada por el oportunismo y su frialdad para hacer daño, y ahora es escolta.

No fue fácil hacer pie para ninguno de los dos equipos, el mal estado del campo de juego, el calor y el viento se hicieron obstáculos imposibles de eludir. Talleres no conseguía el dominio del balón, mientras que el local hacía lo mejor para su conveniencia: buscaba por todos los métodos meter a su rival en su arco, con pelotazos y apostando a un clima de lucha, incomodidad e improlijidad.

El trámite era tedioso y poco agradable. Sin embargo, Talleres encontró la luz a los 36 minutos del primer capítulo y festejó. Un gol típico del Argentino A: saque de meta de Federico Crivelli, pelota peinada por Adrián Aranda y definición de Víctor Cejas en el mano a mano, tras aprovechar una diagonal ante la descompensada defensa de Desamparados. Quizá el resultado no era justo, pero la virtud de los dirigidos por Héctor Arzubialde fue ser contundentes y además le rompieron el invicto en el arco que arrastraba el local.

En el complemento, Desamparados fue más ambicioso en la actitud que en las ideas. Apostó a jugar con un enganche y adelantó a sus laterales, pero igual tenía complicaciones a la hora de generar peligro, primero por limitaciones propias y también por la solidez defensiva que lograron los de barrio Jardín. Encima, de contra, la visita tuvo chances para aumentar. Claudio Riaño, a los 32’, tuvo en sus pies la daga para liquidar las acciones, pero en el mano a mano, definió afuera en su intento de ubicarla al lado del palo derecho. Y casi lo paga, porque 120 segundos después, Crivelli se puso el traje de héroe para taparle un cabezazo furibundo a Cristian Pérez. Cuando el partido moría, Riaño tuvo su revancha, en el tercer minuto de descuento, tras una gran habilitación de Cejas, una de las figuras de la tarde.

Un examen de personalidad aprobó Talleres, que fue un bálsamo de tranquilidad ante tanta presión y de paso, se despierta la ilusión en barrio Jardín.