Le ganó sólo 2 a 0 a Juventud Unida de San Luis, pese a tener dos jugadores más por más de un tiempo. Los hinchas saludaron el primer triunfo, pero silbaron la falta de profundidad. Otros cuestionaron al DT. "Quiero más al club que éstos", dijo "Arzu".

Extraña rotación la del Mundo Talleres. El triunfo por 2-0 ante Juventud Unida Universitario de San Luis trajo el alivio esperado en varios aspectos, pero no en todos.

Fueron los primeros tres puntos del torneo tras dos olvidables episodios como fueron el 1-1 con Racing y el 1-3 con Sportivo; aparecieron en escena de algunos jugadores, caso Lisandro Sacripanti y finalmente la sensación general de haber salido airoso de un cruce con su pasado más reciente.

El rival vencido fue el club de Carlos Ahumada, el último gerenciador albiazul y quien tras las críticas a las autoridades del Fondo de Inversión, ayer brilló por su ausencia.

Está claro. Nadie va a dudar del poder sanador de las victorias. Los hechos referenciados son reales. Pero eso de que alcanzan para tapar todo, puede discutirse, al menos con lo sucedido ayer en el estadio Córdoba.

La gente festejó el 1-0 de Sacripanti a los tres minutos de juego, se alivió con las expulsiones de Marcos Fernández (manotazo al ex Newell's) y Darío Husain (falta de atrás a Fabio Pieters) y completó su menú con el tanto de Juan Aballay, justo un año después de haberle marcado a Estudiantes.

Pero le facturó al equipo el toquecito intranscendente del que hizo gala durante el segundo tiempo, lo que tardó en llegar hasta Valentín Brasca para volver a preocuparlo, pese a tener tres delanteros, y que cuando lo hizo, Adrián Aranda dejó ver dos definiciones imperfectas. Casi de canchero.

De la platea cubierta bajó un coro de silbidos, siguió el hit "pongan más huevos" –propio de las derrotas, extraño en la victoria–, la partida anticipada de algunos plateístas y algunos cuestionamientos hacia Héctor Arzubialde, cuando se retiraba del campo de juego junto a sus dirigidos.

Y el DT, alguien de la casa con una gestión anterior en 2005 en la B Nacional y una gran referencia como jugador, le dio sentimiento a sus palabras, cuando le preguntaron por eso.

"Lo más simportante era ganar. Pero soy autocrítico y estoy tratando de buscar errores. Esto de amontonar puntas no fue garantía. A la gente le digo, que ninguno de estos quiere más a Talleres que yo. La gente quiere que salgamos de esta categoría. Lamentablemente tenemos que cumplir un proceso. A Talleres no lo llevé a esta situación. En un momento, puse la cara para que no descendiera. De esa que no se olviden", cerró el ex defensor albiazul de la década del 80, con un desencanto singular.

En la semana, en la que Ernesto Salum integrante del Fondo de Inversión fue a la práctica, había razonado: “Las puertas del vestuario están abiertas. Lo conozco de los 15 años. Esta es una semana en la que los dirigentes no tomaron decisiones inteligentes, en la que yo no estoy capacitado para dirigir y en la que los jugadores no ponen. Se sale ganando. Perdimos un partido. Si ganamos, todo será al revés..."

No alcanzó. Tanto en la derrota como en la victoria, el Mundo Talleres fue, es y seguirá siendo impredecible.