Tras ir ganando 2-0, Talleres igualó 2 a 2 con Central Córdoba de Santiago del Estero y se aseguró el primer puesto de la zona 2.

Aunque ya esté clasificado a la próxima etapa del torneo y se haya asegurado el primer puesto de su zona, Talleres no puede permitirse las licencias que se tomó ayer, si no desea que su participación en la Fase Eliminatoria le cueste algo más que sudor.

“Es mejor que pase ahora y no después”. Esa repetida frase, que se escuchó de la mayoría de sus jugadores cuando intentaban explicar lo sucedido en el Chateau, no los exime de responsabilidad.

Ni en el Argentino A ni en cualquier otro campeonato del fútbol argentino se puede subestimar a los rivales, sobrar un partido y relajarse, como lo hizo Talleres después de la media hora inicial, en la que le hizo dos goles a Central Córdoba, le pintó la cara y debió definir el partido.

Fue el tiempo en que la defensa santiagueña hacía agua en todos los costados, Martinelli y Pereyra dejaban en ridículo a Paglioni y Valoy, Navarro y Monay recuperaban y administraban la pelota a discreción y la dupla Sacripanti-Aranda amenazaba con convertir cada vez que pisaba el área rival.

El Ferroviario durmió una larga siesta santiagueña en ese lapso, al punto que el primer gol albiazul llegó de un frentazo solitario de Aballay, tras un córner de Martinelli, y el segundo de una maniobra de fútbol asociado entre Navarro y Sacripanti que Aranda definió con tranquilidad, ante otro quedo de la defensa visitante.

Dos situaciones de gol, dos goles. Ciento por ciento de efectividad y pronóstico extendido de goleada. Pero lo que vino después fue una sorpresa desagradable, inclusive para la misma hinchada albiazul. Talleres dispuso de otro par de situaciones claras para rematar a su rival, pero ya se había dejado contagiar por las mieles del relax y la suficiencia. Le cedió la pelota a su rival, retrocedió sus líneas, comenzó a sobrar el partido, en pocos minutos pasó de dominante a dominado y le enchufó el pulmotor a un rival agonizante.

Siesta y después. El complemento encontró a Suárez y Castaño ganando las espaldas de Navarro y Monay, a Blanco saliendo a cortar lejos de su área, a Pereyra viendo cómo le pasaba la pelota al lado y a Aranda, luego reemplazado por Solferino, pidiendo a gritos que lo asistieran. Además, “el Vikingo” Cánova lo sacó a Paglioni para cerrar el andarivel derecho y el partido pasó a ser propiedad del Ferroviario.

Entonces el que durmió una siesta santiagueña, peligrosamente relajada, fue Talleres. Y Central Córdoba se lo facturó caro, ni bien comenzó el parcial y cuando el partido se moría, con los dos goles de Salvatierra. “Sí, nos relajamos. Si hacemos esto en la próxima etapa, nos quedamos afuera”, dijo el DT Rebottaro con gesto adusto, al final del juego. Y a confesión de parte, relevo de pruebas.

Dueño de la punta. El empate 2-2 ante Central Córdoba le permitió a Talleres asegurarse el primer puesto de la Zona 2. El próximo fin de semana, la “T” visitara a Libertad de Sunchales. También jugaran Racing-Antoniana y Crucero-Sportivo Belgrano. Por la Zona 3, el miércoles jugaran Alumni-Huracán y Cipolletti-Estudiantes.

"Limpieza". Empezó el operativo “limpieza” con vistas al pentagonal. Ayer fue el turno de Ramiro Pereyra (foto) y Lisandro Sacripanti, quienes se hicieron sacar la quinta amonestación. Los jugadores mencionados estarán ausentes ante Libertad de Sunchales y podrán regresar ante Unión, el partido previo a la Fase Eliminatoria. El próximo domingo sería el turno de Guillermo Cosaro, Agustín Díaz, Federico Lussenhoff y Federico Arce.

Ánimos caldeados. Los recuerdos del abuso policial y los golpes que los hinchas albiazules sufrieron en el partido de un par de meses atrás en Santiago siguen presentes, a juzgar por lo que se vivió ayer en el Chateau, por lo que la prohibición de ingreso a la parcialidad santiagueña fue una medida acertada. Ni bien terminó el partido y en medio de la euforia por el empate angustioso, el defensor de Central Córdoba Lucas Ramos le hizo “cuernitos” a los plateístas de la “T”, quienes reaccionaron airadamente y comenzaron a insultarlo. La andanada de improperios se extendió al resto de sus compañeros, al DT del Ferroviario, Alejandro Cánova, y a un par de dirigentes del club visitante ubicados en el palco. En particular, a los hinchas albiazules no les cayó bien la sorna con la que “el Vikingo” festejó