El futuro deportivo condiciona la continuidad del club. ¿Qué puede pasar ante un eventual descenso?

Los hinchas de Talleres agarran una y otra vez la calculadora, ese útil del que no pueden despojarse hace siete temporadas. Hacen cuentas para saber cuántos puntos debe sumar el equipo en los últimos seis partidos del torneo, y cuántos deben perder Almagro, Los Andes, All Boys o la CAI, para evitar el descenso tan temido.

Por ahora, los números no dan.

No la tiene más sencilla Carlos Tale, el juez de la quiebra de la "T", quien un par de meses atrás –y pensando en los acreedores– no dudó en calificar de "tétrica" la situación del club albiazul, cuyo futuro hoy parece más comprometido que entonces por la mala campaña de su equipo.

El magistrado, quien ya tiene una posición tomada en contra de la permanencia del gerenciador Carlos Ahumada, espera agazapado en su despacho que los resultados también lo ayuden. De lo contrario, el nuevo orden amateur que regirá para la institución de barrio Jardín, y sus implicancias económicas, lo pondrá en unas semanas ante la peor de las encrucijadas: continuidad o liquidación.

"El gran problema es que el club no genera recursos genuinos", advirtió tiempo atrás el abogado Daniel Ruffener, uno de los integrantes del órgano fiduciario que asiste al juez Tale.

De los 30 millones de pesos que verificó la quiebra, decretada en diciembre de 2004, apenas se pagaron 600 mil pesos. El canon que desembolsa Ateliers (250 mil dólares semestrales) resulta insuficiente, y la venta del predio de 24 hectáreas que Talleres tiene en la avenida de Circunvalación, rebautizado por Ahumada como "Casa Azul", es la carta que tiene en la manga el Juzgado de 13ª Nominación Civil y Comercial. El complejo ya fue tasado en 22 millones de pesos por una perito oficial y, según se especula en Tribunales, su liquidación podría darle el oxígeno necesario a una nueva administración fiduciaria.

Los unos y los otros. En su último contacto con la prensa, el pasado 30 de marzo, Ahumada expresó su voluntad de seguir en Talleres "en la B Nacional o en el Argentino A". Pero la disputa con Tale, los recurrentes problemas con la Justicia mejicana y el creciente descontento de los hinchas con su gestión –promocionada bajo el eslogan "hechos, no palabras"– amenazan con jaquear su reinado.

Desde la oposición, el ex directivo Ernesto Salum, quien primero intentó volver al club con "los notables" y después impulsó el fallido desembarco de Andrés Fassi y el Pachuca de México, admitió que realiza gestiones para anticiparse a una posible liquidación de Talleres. "El descenso sería un hecho gravísimo, ya que pondría en riesgo la continuidad institucional. Estoy hablando con mucha gente. Hay que salvar al club. Mi miedo es que dentro de tres o cuatro meses el juez le baje las persianas a Talleres", dijo.

"Estamos analizando distintas alternativas. Si hay que ayudar al actual gerenciador o al fideicomiso, lo haremos. Otra chance sería hacernos cargo o afrontar la deuda. El club está fallido pero no fallecido y sus dueños seguimos siendo los socios, a eso lo dice la ley. ¿Fassi? Está dolido por lo que le dijo el juez, que ‘fue light’ y que ‘no existe’, y además no entrará mientras esté Ahumada", agregó el ex dirigente albiazul.

Mientras tanto, desde Ateliers, el vicepresidente Daniel Valencia señaló: "A esta situación la estamos viviendo con mucha preocupación. Lamentablemente, la gente mira los resultados y no todo lo que se está haciendo en el club. ¿Qué puede pasar en el futuro? No lo sé. Quizá todavía no me haga la idea de que el equipo pueda perder la categoría... Yo también lloro por Talleres".