Zapata, el capitán “tatengue”, admitió que Salmerón le pidió que no humillaran a Talleres.

"Creo que Talleres no es el equipo que jugó el domingo en Santa Fe", consideró ayer Martín Zapata, el capitán de Unión, quien no ocultó su sorpresa por la floja actuación del Albiazul en el triunfo 3-0 de su equipo el domingo pasado, por la 21ª fecha de la B Nacional.

"Reconozco que nosotros estuvimos muy bien, que ahogamos a jugadores clave como Wilchez y Zermattén y que las dos expulsiones (las de Stang y Battauz) marcaron un antes y un después. De todos modos, sé y confío que Talleres va a salir de este mal momento, porque tiene muy buenos jugadores y un muy buen cuerpo técnico", le comentó Zapata a La Voz del Interior.

Asimismo, el mediocampista "tatengue" admitió un pedido del delantero albiazul Luis Salmerón, cuando la goleada ya estaba consumada, para que Unión levantara el pie del acelerador ("fue un código entre jugadores y ellos lo supieron entender, ya que, si querían, nos hacían ocho goles", había dicho "el Pupi" luego del partido).

Consultado al respecto, Zapata consideró "algo obvio y lógico, nada raro" el reclamo de su adversario, y aclaró los alcances de su respuesta. "Más que nada, les pedí a mis compañeros que trataran de no ‘sobrar’ al rival. Fue por respeto, para no abusarnos de la situación; pero si teníamos otra oportunidad de gol la íbamos a concretar, eso queda claro", aseguró el volante rojiblanco.

"El partido ya estaba listo, 3-0 arriba y con dos jugadores de más, y uno entiende que en el fútbol hay ciertos códigos. Unión no necesitaba 10 goles para ser campeón o para lograr una clasificación", dijo Zapata.

–La actitud llamó la atención. Está claro que no es algo que pase todos los días.
–Más que nada, Salmerón me pidió que no los "sobráramos", y lo mismo me dijo el árbitro (Cristian Faraoni). Eso fue lo que traté de transmitirles a mis compañeros. Creo que era obvio y lógico; no me pareció nada raro. Yo lo entiendo, porque me ha tocado estar en situaciones similares o me puede llegar a tocar en el futuro, y no me gustaría que lo hicieran conmigo. Es una situación un poco fea que les tocó vivir a los jugadores de Talleres, pero son cosas que suceden en el fútbol y uno las acepta. Uno también trata de respetar, en cierto modo, lo que está viviendo el contrario.

–¿Qué le dijiste al "Pupi"?
–Le pedí que se tranquilizaran, que no se fastidiaran y empezaran a pegar patadas porque se podían perjudicar ellos. Faltaban 10 minutos y teníamos el dominio total; no era para enloquecerse. Si queríamos atacar, atacar y atacar, por ahí hacíamos algún gol más, pero también íbamos a hacer un esfuerzo innecesario.

–¿Cómo creés que pueden interpretar esta actitud los hinchas de Unión?
–No, bien. En ningún momento dijimos "no hagamos más goles" o "vamos para atrás". La idea fue no desesperarnos, tener más la pelota y, sobre todo, no "sobrar", que es lo que más fastidia al rival. En ese momento, no valía la pena tirar caños y taquitos, o hacer alguna payasada para provocar; pero en ningún momento demostramos que tratamos de ir para atrás. Queríamos tener la pelota, que los minutos pasaran y listo. Nuestra meta era ganar, y el partido ya estaba definido.