En un Talleres vestido de "verde León", la fiera fue Stang, autor del angustioso gol del 3-2 a Almagro.

A eso de que primero hay que saber sufrir Talleres ya se lo sabe de memoria. Sin ir más lejos, anoche encontró el triunfo en el quinto minuto de descuento, cuando la Boutique era un hervidero y al equipo se deshacía en centros al área contraria en búsqueda de un cabezazo salvador.

El 3-2, y el desahogo de los ocho mil hinchas albiazules, llegó con esa fórmula: remate a la olla y atropellada final. A esa altura de la noche, no había demasiado margen para cambiar el libreto.

De todos modos, la "T" acertó al acomodar los roles de sus jugadores en esa última instancia. Lucas Wilchez, el mejor de la noche, fue el que lanzó el pase preciso de izquierda a derecha; y Gastón Stang, que en los minutos previos había sido un inconducente llevador de pelota, fue el que metió la cabeza, el codo y el resto de su humanidad para que la luna llena iluminara a pleno en las calles de barrio Jardín.

La locura se instaló en las tribunas y el platinado defensor revolcó su humanidad por el césped y soportó la montaña de alegría que formaron sus compañeros. Fue la noche soñada para él, que con otro cabezazo (tras un centro de Zermattén) había abierto el marcador en la etapa inicial. En un Talleres vestido de verde León (otro "yeite" de su excéntrico gerenciador, que parece encaprichado en mimetizar a la "T" con su ex club de México), Stang fue una fiera.

Cuando enfrentó a los micrófonos, el ex Tigre sorprendió con sus declaraciones y dio una muestra inusual de sinceridad. "Lo empujo al defensor (Marcos Lamolla) contra el arquero", dijo el goleador menos pensado de la noche al describir la imagen del epílogo. "¿Cómo?", repreguntó alguien. "Ya dije que fue falta", respondió el futbolista.

Con valor agregado. "Le podría haber tocado a cualquiera, pero fue a mí. Ese gol fue muy importante y por eso lo festejé con todas las ganas. Después del esfuerzo que habíamos hecho, había que festejarlo así", aseguró el lateral albiazul.

El triunfo le permitió a Talleres igualar la línea de Belgrano, con 11 puntos, y extender su racha invicta a cinco partidos. También le sirvió para seguir engrosando su promedio (a Almagro ya le descontó nueve puntos desde el inicio de la temporada) y para fortalecer el ánimo con miras al próximo compromiso, nada menos que de visitante ante el puntero Atlético de Rafaela.

"Ligamos, es cierto, pero ganamos. ¿A quién le importa si jugamos bien o mal?, comentó Humberto Grondona en la conferencia de prensa. Las palabras del DT sintetizaron el pensamiento de la gran mayoría albiazul.