El cambio de entradas por pañales y alimentos, para ver mañana a Talleres contra Racing, provocó serios incidentes en las afueras de la sede albiazul. Hubo tensión, rotura de vidrios y debió intervenir Infantería. Se agotaron los 4.000 boletos disponibles.

El fervor de los hinchas de Talleres para ver a su equipo superó todas las barreras imaginables que la organización previó, y por eso, en el clásico canje de alimentos no perecederos y pañales por entradas, se registraron incidentes que motivaron la intervención policial, y por momentos hubo picos de tensión.

El horario previsto para la apertura de la recepción de alimentos y pañales era a las 14, en la sede céntrica del club. Sin embargo, se vieron obligados a arrancar tres horas antes (poco después de las 11) debido a la cantidad de gente que se aglomeró en las inmediaciones a la Plaza San Martín. A las seis aparecieron los primeros simpatizantes frente a la sede, pugnando por su entrada para ver a Talleres en el partido de vuelta ante Racing, mañana por la reválida. La expectativa fue muy grande: Largas filas de unos 300 metros y un marcado desorden se registraron en la plaza y por el amontonamiento de hinchas se cayó una farola, aunque la fortuna jugó a favor y no hubo heridos. Además, había dos filas: una que iba por la calle Rosario de Santa Fe hasta casi Rivadavia, y la otra que iba desde el mismo lugar hasta el Teatro Real.

Los organizadores de Ateliers no esperaban público tan temprano. Pero lo más difícil ocurrió cerca de las 13.30 cuando la gente se agolpó en la puerta de la sede, casi en forma de avalancha, provocando la rotura de vidrios de la panadería ubicada al lado del inmueble. “El drama principal fue ocasionado por los tradicionales “amigos de lo ajeno” que empujaron a la gente hacia las vallas, provocando nerviosismo general, aunque media hora después volvió la calma”, explicó Víctor Bustos, jefe de Seguridad de Talleres.

Ante la desbordante situación, llegaron unos 30 efectivos policiales y 20 miembros de la Guardia de Infantería, quienes resultaron insuficientes, en principio, para contener a la multitud (en la cual había muchas mujeres y niños). También arrojaron gases lacrimógenos para dispersar a los revoltosos, y hasta hubo detenidos por robo.

“Nos vimos obligados a adelantar el canje de entradas porque en el centro se había juntado mucha gente, y los tumultos se veían venir. Por suerte, después siguió con todo su normal desarrollo”, agregó Bustos. Al final de la jornada, se habían agotados los 4.000 boletos disponibles, al igual que los dolores de cabeza de la organización.