“El Hachita” llegó a Córdoba después de ganar el título mejicano con Santos Laguna y de hacer un gol en la final. No descarta jugar para la selección mejicana.

"Disfruto mucho de mi familia, de mis sobrinos y hermanos. Como por el colegio o el trabajo a veces no los puedo tener, trato de pasar el tiempo con ellos. Siempre estoy en mi casa", dice Daniel Emanuel Ludueña, sentado en un cómodo sillón en casa de su familia en barrio Jardín. Sí, el jugador que marcó el gol que le permitió al Santos Laguna consagrarse campeón de México está en Córdoba para pasar sus vacaciones, ni siquiera se quedó en Torreón para la caravana en la que ayer "los Guerreros" festejaron su tercer campeonato.

"El Ema", como le dicen en su casa, disfruta de sus hermanos Grisel, Sebastián, Gisela y Daniela (Gonzalo está en Ecuador, donde juega para el Emelec) y de sus sobrinos Joel y Gabriel, que le guardan todos los recortes, incluido el del grito del último campeonato. "Fue algo único por como se había dado todo el campeonato. En el torneo pasado habíamos quedado afuera en la semifinal, cuando habíamos sido ‘superlíder’ (ganador de la primera fase). Nos quedó esa espina. En este torneo fuimos segundos, volvimos a hacer una gran campaña y salir campeones no se lo compara con nada. Más cuando me tocó convertir en la final el único gol del equipo. Fue muy importante y me va a quedar grabado", dijo.

–Y encima fue un gol "feo"…
–Ja, ja… Salió justo ahí, fue un lindo gol. Se dieron un conjunto de cosas muy importantes para que obtener la copa del campeonato sea bien redondo.

–¿Te sentís querido por la gente?
–La gente, desde que llegué, me trató muy bien. Me valora no sólo por jugar, sino por entregarme dentro de la cancha. Yo entro a divertirme, porque lo que me gusta hacer es jugar al fútbol. La gente lo ve, me aprecia y me tiene mucho cariño. Espero poder quedarme muchos años ahí porque es muy bueno sentirse apoyado.

–¿Esa entrega te llevó a jugar lesionado?
–Es una lesión que me tuvo parado dos meses. No fue fácil porque era mi primera lesión grave. Fue en un momento en que el equipo jugaba cosas importantes y estar tirado en una camilla, con tratamiento y no poder aportarle nada al conjunto hizo que me jugara un poco en contra. Me entré a desesperar porque veía que llegaba la Liguilla y no podía estar. Al final, hablé con el técnico y le dije: "Juego infiltrado, que me duerman la pierna y yo juego". El técnico me lo valoró mucho porque no cualquiera entra a una cancha cuando no está al ciento por ciento y más cuando es una lesión complicada (fractura de la rótula izquierda).

–¿Cómo fue el paso de los Tecos al Santos?
–Cambió un poco el sentimiento. Tecos era un buen club y tranquilo, en una ciudad muy linda, en la que mi familia se había acostumbrado a vivir. Pero por ser el más chico de Guadalajara (la atención se la llevan Atlas y Chivas) no tenía la euforia que tiene la gente en Torreón. Vivo muy tranquilo, como si fuera un pueblo que tiene su equipo. La gente es muy aficionada y se entrega a muerte por su equipo. Esas son las diferencias, que a la vez son cosas muy lindas que me tocan vivir.

–¿Te quiere el América?
–Hoy (ayer) me llamó mi representante y me dijo que hay un interés del América. Él viene el viernes a Córdoba, vamos a juntarnos a hablar. Tengo contrato con Santos hasta 2010, así que veremos. Estoy muy tranquilo en Torreón.

–¿Jugarías para la selección de México?
–La gente me pregunta y me lo pide. El domingo después del partido me dijeron: "Tenés que nacionalizarte, ya tenés un título, una hija, sos ídolo". "No sé", les dije. No les digo que sí, ni que no. El tiempo dirá. Que en otro país la gente tenga esas ganas y que me pida, me hace sentir importante para vestir esa camiseta. Siempre le voy a estar agradecido a la gente de México por cómo me trató desde el momento en que llegué. No ahora, porque sería fácil que cualquiera se acerque, pero desde que llegué a Guadalajara, me brindó mucho cariño. Por eso no me olvido de la gente de Tecos, que me trató muy bien.

Se viene "el Hachitita". Además de sus hijas Agostina y Luna Emanuel y su esposa Romina esperan al primer varón. "Si Dios quiere, a fines de setiembre va a nacer mi hijo, que va a llevar mi nombre. Estoy muy contento. Ojalá que siga mis pasos, que pueda jugar al fútbol, enseñarle a patear, son cosas que uno empieza a imaginar".