Siente satisfacción por su regreso al gol, pero como Talleres no alcanzó el triunfo, Héctor Cuevas razonó: “Si no ganamos, no sirve de nada”. En la semana lo habían amenazado.

Por la manera que festejó su gol Héctor Cuevas, se notó que fue mucho más que un desahogo. Por el momento personal que le tocó vivir durante la semana, siendo blanco de amenazas telefónicas tanto él como su familia, necesitaba reencontrarse con la red para revertir su historia y la de Talleres y oportunista como siempre, aprovechó un desacierto del arquero de la CAI, Emanuel Trípodi, en un centro pasado, y alcanzó a tocar la pelota para el empate y la 12ª conquista de la temporada.

Casi no lo gritó: fue a buscar el balón en el fondo del arco, y la trasladó con su mano derecha mostrándola a toda la platea, con euforia. Pero lejos de alimentar su ego, se compromete con la realidad de su equipo y en zona de vestuarios declaró: «Veníamos perdiendo injustamente y por como se daba la situación, necesitábamos como sea dar vuelta el resultado. Por eso me descargué de esa manera. Lamentablemente no fue suficiente, porque no conseguimos lo que buscamos. Si no ganamos, no sirve de nada», describió Cuevas con el sinsabor de no haber conseguido el objetivo de sumar los tres puntos.

-¿Lo viviste especial por los malos momentos que pasaste en la semana?
-Todo el plantel vivió una semana complicada. A mí por una cuestión en particular, pero en general el equipo está pasando por un momento difícil y queremos salir adelante cuanto antes.

-Recibiste cánticos de apoyo por tu situación. ¿Eso te motivó?
-Totalmente, pero siempre el hincha de Talleres me dio su respaldo y les estoy eternamente agradecido. Por eso dije que aquel que me llamó no era un hincha de Talleres, y eso le hace mal a todos.

-¿Qué análisis te deja el resultado?
-Por todo lo que nos estamos jugando, el punto no sirve de mucho, porque no nos queda mucho margen. Cada vez falta menos, es necesario empezar a ganar porque sino se nos va a complicar.

-La gente lo sufre...
-Nosotros también. Ellos desde su lugar tienen nerviosismo, pero los jugadores la pasamos mal cuando los resultados no ayudan. No hay mucho margen, es hora de empezar a ganar, sí o sí tenemos que sumar los seis puntos que quedan.

-¿Se siente la presión?
-Totalmente, pero lo vamos a superar. Siento impotencia porque fuimos a ganar, metimos todo y la pelota otra vez no entró.

El silencio de Comizzo. Los jugadores de Talleres y el entrenador Angel David Comizzo estuvieron una hora reunidos en el vestuario. Y cuando la vigilia se hacía más pesada, se abrió la puerta que los enfrentaba con la prensa, aunque la mayoría no habló, enfilando hacia el micro que los trasladó a Carlos Paz para concentrar hasta hoy al mediodía. Comizzo ni siquiera atinó a dialogar con los periodistas. Con signos de frustración, caminó hacia el colectivo, sin dar explicaciones. Y un grupo de hinchas que los esperaba detrás del vallado, lo insultó, pidiendo su renuncia.

Los jugadores también recibieron recriminaciones de los simpatizantes, ante la pasiva participación policial. Federico Lussenhoff fue el más aplaudido, el que «salvó la ropa» según los hinchas.

El clima no era el mejor. En las tribunas, dos personas se tomaron a golpes de puño durante el partido, y varios proyectiles fueron arrojados hacia el campo de juego en algunos pasajes del partido, denotando el nerviosismo. Y al término del encuentro, fue casi una lluvia de elementos que volaron hacia los jugadores cuando se dirigían al túnel. ¿Comizzo? Mudo. No hizo sonrisas irónicas como en la derrota ante Atlético Rafaela, porque sabe que el margen que tienen es escaso.