Talleres no tuvo juego y la ansiedad lo traicionó.

Talleres sabía que tenía que ganar, pero nunca supo cómo hacerlo. Sin sustento estratégico, y superado por los nervios, apenas igualó 1-1 ante CAI de Comodoro Rivadavia ayer en la Boutique. El resultado, escaso por donde se lo mire, acrecentó la incertidumbre de los hinchas albiazules, que aún no saben si a la “T” le van a dar los números para llegar a fin de mes en la Primera B Nacional.

Los dirigidos por Ángel David Comizzo se hicieron cargo de ir al frente desde el minuto inicial, aunque sin un plan de juego. En ese contexto, cada uno hizo lo que pudo para tratar de llevar las acciones hacia las cercanías del arquero Trípodi. Obviamente, con eso no alcanzó.

Los visitantes dieron batalla en el medio campo, toquetearon bastante bien y complicaron a la “T” con las estocadas de Rolle y el empuje de Villegas. Con esa fórmula (pase de Rolle, definición de Villegas, más cierta complicidad del arquero Brasca), la CAI abrió el marcador a los 27 minutos del primer tiempo.

La necesidad de revertir la adversidad y el prematuro conformismo de los sureños, que se reorganizaron con un rígido 4-4-2 y apostaron un pleno a las réplicas, le facilitó a Talleres el camino hacia el empate. A los 37 minutos, Cuevas –tras un córner de Rosales y una salida en falso de Trípodi– estableció la paridad y le puso algo de calor a la fría tarde de barrio Jardín.

¿Culpa de Rietti? En el arranque del complemento se vio lo más interesante de Talleres, con Rosales sumado al ataque. Aún con dificultades para trasladar la pelota en el medio campo, Talleres complicó cuando armó el tridente ofensivo. Dos remates de Rosales, una chance que Cuevas desperdició desde posición inmejorable y dos infracciones al “Tanque” adentro del área visitante (una clarita y otra más dudosa, ambas ingnoradas por el árbitro Rietti) parecieron anunciar el 2-1 como un hecho inminente e inevitable. No sería así.

Cuando se jugaba un cuarto de hora, Comizzo cambió los antecedentes de Borghello por la movilidad de Moreira. La variante, lejos de clarificar las cosas para Talleres, le terminó facilitando las cosas al fondo de la CAI.

Desde entonces, apenas un tiro de Quiroga, desde lejos y con poca dirección, fue el único registro de las aproximaciones albiazules.

La visita reacomodó sus piezas y Talleres se diluyó entre los reclamos y la impotencia. No hubo milagro, y la reválida sigue siendo un fantasma para la “T”.