El panorama de Talleres no es alentador. Ni dentro ni fuera de la cancha. Cuando algo no anda bien en el ambiente, pareciera que las energías negativas se conspiran para entorpecer el camino y hacer más complicado todo lo que se propone.

Talleres quizás jugó su mejor partido de la temporada, sobre todo en el primer tiempo, y sin embargo terminó perdiendo. ¿Cuál es la explicación? No hay. En las tribunas estaba sentado el defensor Julián Maidana, que fue borrado por el DT y la dirigencia, pero no se hallaron soluciones. Los dos goles de Atlético de Rafaela fueron de pelotas paradas. Con Maidana en cancha, ¿los goles pudieron haber sido evitados, si se tiene en cuenta el buen juego aéreo del experimentado zaguero, en comparación a la escasa altura de Edgardo Galíndez, y a su inexperiencia en la función de stopper, ya que por naturaleza es lateral izquierdo?

Son interrogantes que no tienen respuesta. Pero de todos modos, mirando hacia el futuro, lo que queda del fixture para Talleres no asoma como accesible, debido a que todos los rivales que tiene por delante juegan por algún objetivo. Ahora le toca Unión (pelea por un lugar en la Promoción); sigue la CAI (misma meta); continúa contra Ferro en Caballito (lucha por no descender) y cierra de local ante Tiro Federal (rival directo por la permanencia). Es decir, le quedan cuatro finales muy difíciles, y que serán cruciales para el porvenir de Talleres, que hace rato se olvidó de ilusionarse con los puestos de vanguardia, y deberá conformarse con el tibio objetivo de mantener la categoría. Objetivo que todavía no logró, y pese a que por ahora esquiva la reválida por unas centésimas, no tiene mucho margen y por eso la preocupación.