Es uno de los más antiguos del país y tiene más ediciones jugadas que Boca-River.

Imposible es ocultar el pobre presente del fútbol cordobés. Sin equipos en el círculo superior, al que “visitan” de tanto en tanto y casi siempre en rol secundario, añora los históricos ‘70/’80, cuando varios de sus equipos eran protagonistas, a tal punto de llegar a poner a seis representantes provinciales en un mismo torneo.

Sin embargo, el clásico entre Talleres y Belgrano sigue siendo, sin dudas, uno de los más trascendentes del fútbol argentino. Por antigüedad –su primera edición se disputó hace 94 años–, por la cantidad de partidos disputados (382) –tiene, por caso, 59 capítulos más que Boca-River– y por convocatoria –en 2000, una investigación de este diario lo colocó segundo detrás del superclásico en materia de recaudaciones en el período 1988-98–.

¿Se imagina un Talleres-Belgrano en un marco de primera y disputando cosas importantes? Nunca sucedió, pero vale como antecedente recordar que “el clásico del siglo”, disputado en 1998 para determinar un ascenso a Primera División (en la B Nacional), llenó el Estadio Córdoba y dejó en boleterías 717.844 dólares de recaudación en plena disputa del Mundial de Francia.

Históricos adversarios. El clásico cordobés nació, prácticamente, desde el mismo momento que Talleres vio la luz. Belgrano, fundado en 1905, había hegemonizado los torneos de la Liga Cordobesa y la aparición en 1913 del Central Córdoba Atlético (nombre de los “tallarines” en sus primeros años) comenzó a discutirle la supremacía.

El primer partido apenas duró unos minutos: a poco de indicado el encuentro, que además oficiaba como debut oficial de la “T”, el delantero celeste José Lascano venció a Abel Forelli y anotó el primero de los 1.274 goles del clásico cordobés. El tanto fue ardorosamente discutido por los jugadores de Talleres, que optaron por retirarse de la cancha de su rival en señal de protesta.

“Llegamos al field con las incontenibles ansias de vencer al célebre cuadro de Belgrano, y ese especial estado de ánimo nos llevó a momentos irreflexivos. A los 15 minutos de iniciado el encuentro, Belgrano anota un tanto que para algunos fue como un balde de agua fría que tronchaba el calor de la esperanza, y para otros, la tea que incendió su ya fogoso espíritu. El goal fue de dudosa legalidad, y un tanto decepcionados, abandonamos el field. Debo decir que todo esto era consecuencia más de un estado de ánimo, antes que de un mal concepto deportivo”, recordó Forelli en una nota de evocación publicada en La Voz del Interior en 1926.

Fue ésa la primera bronca, la que inició el camino de una rivalidad casi centenaria en la que ambos se alternaron el dominio de un historial que marca una asombrosa paridad: en 382 partidos disputados Belgrano sacó una mínima luz de ventaja (130 victorias contra 129), mientras que los albiazules pueden presumir de haber anotado 10 goles más que su eterno rival: 642 a 632.

El sábado el clásico tendrá un capítulo más, al que sólo están invitados los hinchas de Talleres.